Sofía llegó al sitio que le había indicado su amo. Parecía un edificio abandonado, pero al bajarse del taxi divisó a un hombre de casi dos metros que cuidaba la entrada. Asustada, pero con la cabeza en alto le dio las buenas noches al hombre de piel oscura.
- Buenas noches sumisa, bienvenida al Club - contestó él. Por tu descripción debes ser Sofía. El amo Marc me dijo que vendrías con una gabardina puesta y que tu cabello era castaño claro.
Sofía se puso colorada como un tomate, porque su amo le había solicitado que, debajo de esa gabardina solo se colocase ropa interior negra con medias de red negras con su respectivo liguero y tacones al estilo Luis XV. Ella supuso que este hombre gigantesco sabía lo que había debajo.
- Sí, soy la sumisa del amo Marc - contestó.
- Entonces entra sumisa, tu amo te espera y a él no le gusta que le hagan esperar.
Al entrar, Sofía tuvo la sensación de estar en un mundo distinto. Todo era de color negro, había varias personas con poca ropa y la que tenía era de cuero. Ella presumía eran sumisas como ella, pero solo una llevaba collar y se encontraba a los pies de un Señor que seguramente era su amo porque sujetaba en la mano una cadena que pendía del collar.
De repente, los vellos de su nuca se erizaron. Lo reconoció antes de verlo, el amo Marc se encontraba detrás de ella. Él la tomo por los hombros pagándola hacia su cuerpo.
- Mi dulce Sofía - dijo en su oreja izquierda en forma de susurro. “Estas asustada por todo lo que ves, cierto. Claro que debe ser así, todo esto es nuevo para ti, me sorprendería si no te asustaras”.
Su garganta se secó y la voz le salió de forma entre cortada.
- Si amo, me encuentro asustada. Usted me conoce y todo esto me gusta ,pero me hace temer a partes iguales.
- Lo se Sofía, lo sé. No tienes nada que temer.
El amo Marc le dio la vuelta, quedando así ambos frente a frente. Ella seguía temblando, pero al ver los ojos de él y perderse en ellos, sus espasmos minimizaron.
Ella permitió que le quitara la gabardina negra. En sus brazos se sentía segura. Era una conexión intensa la que había sentido, desde la primera vez que conversaron y hoy más que nunca estaba unida a él, a su cuerpo, al dolor que le producían sus azotes, sus mordiscos y sus caricias duras. Le gustaba que la atara y que usara su cuerpo como él quisiera, si habían establecido límites y ella poseía como toda sumisa una palabra de seguridad, pero aun así contaba con la certeza de que él, su amo, jamás la dañaría en las sesiones, al contrario en los cuatro meses que llevaban sesionando Marc, la cuidaba, la abrazaba, la hacía sentir amada, más amada y deseada de lo que se había sentido manteniendo relaciones vainilla. Por esa razón Sofía confiaba en él.

- Deja que todos te observen Sofía, quiero que admiren a mi dulce y bella sumisa.
¿Te pusiste el conjunto que elegí para ti? - pregunto el amo Marc.
- Sí Señor, lo llevo puesto. También me coloque el dilatador anal tal y como lo solicito.
- Buena chica, eres una bella y obediente sumisa. Mi excitante sumisa, para hacer lo que yo desee contigo. Hoy Sofía follaré ese lindo culito tuyo, algo que he deseado desde hace tiempo.
- Lo que usted desee Amo - contesto Sofía, sintiéndose húmeda desde ya por las palabras que acababa de decirle su Amo.
Su límite duro había sido la penetración anal, pero él no ha había obligado. Ella permitía que él le penetrara el ano con los dedos y eso la volvía loca, el orgasmo que alcanzaba era inmenso, por eso pese a sus temores hoy permitiría queel la penetrara con su verga. Deseaba tenerlo allí en lo más profundo y así seria.
Él la tomo de la mano y la condujo hasta el bar del Club Clandestino. El amo pidió un trago para ella y otro para él.
Sofía observaba como el aire se estaba cargado de erotismo y sexualidad. Al lado de ellos se encontraba una pareja. La chica sumisa estaba atada con las manos en la espalda y su amo pasaba las manos por todo su cuerpo. Aquello era lo más excitante que había visto ella en su vida porque ella deseaba que el amo Marc la tocase así y él lo hizo. Sentado en un banco de la barra la coloco de espalda a él y empezó a tocarla.
- Shhh no digas nada amor. Aquí no permitiré que te me reveles, eso lo puedes hacer cuando estemos juntos en el privado que he reservado.
Dicho esto el amo Marc, bajo las copas del Brassier negro de Sofía y masajeo duramente sus senos, los pezones de ella se pusieron erectos, las humedad entre sus piernas se incrementó.
Bajando por su estómago y vientre Marc metió una mano dentro de su panty. Sofía estaba nerviosa, no deseaba que la miraran así, pero la excitación era mucho más fuerte y no logro su cometido que era sacar la mano de su amo de allí, sino que gimió al sentir que el masajeaba su clítoris ya hinchado.
- Estas tan mojada para mí, amor. Pronto te tomaré, pero mientras lo hago deseo que acabes aquí delante de todos. Estas a punto cielo, puedo sentirlo, puedo olerlo en tu piel.
Sofía empezó a temblar, no de miedo esta vez sino del inminente orgasmo que comenzaba a invadirla. Ella se pegó más a su Amo y sintió en sus glúteos como el miembro viril de su amo crecía. Cuando llego al clímax grito fuerte, entonces su Amo le dio la vuelta y le beso duramente los labios, penetrando con su lengua en su boca.
- Eres hermosa Sofía, muy hermosa.
Marc se levantó. Estaba excitado por la actuación de su sumisa. Se había entregado a él sin reservas en medio de tantas personas que estaban en el Club, que deseaba follársela allí mismo delante de todos, sin embargo no lo haría. Ella era suya. No había querido ni siquiera compartirla con sus amigos y no lo haría con nadie en el club. Esta nueva sumisa despertaba en él un sentido de posesión que le abrumaba.
La deseaba a todas horas, quería clavarse en ella hasta marcarla para siempre. Él no le había dicho nada, pero sospechaba que se estaba enamorando de ella y eso no le agradaba porque era algo que inclusive el mismo evitaba que sucediera, pero como no amarla y venerarla cuando su entrega era tan completa, cuando su belleza lo cautivaba y su corazón bueno, tierno y generoso lo conquistaba con cada acción.
No se lo diría hasta que estuviese seguro, pero esta noche luego hacerla suya, de la única forma que no había podido le daría un regalo. Uno que esperaba que aceptase y que los uniera irremediablemente. Si, quizás era muy rápido, pero ella se estaba clavando en su corazón y no podía permitir que otro se la quitara.
Marc volvió a besarla y tomándola por la cintura se dirigieron al ala donde se encontraban los cuartos privados, en donde Amos/Amas-Sumisos/Sumisas sesionan en intimidad.
- Esto es abrumador Amo - dijo Sofía mientras entraban al cuarto y lo observaba con detenimiento.
- Lo sé, pero te gustara mi dulce sumisa.
Sofía se volteó y vio a los ojos de su qmo. Él también estaba nervioso, pero quería calmarla, quería que su entrega fuese tan sublime como cada una de las sesiones, que habían compartido hasta ahora, así que la abrazó fuerte.
- Mi dulce niña - le dijo levantando su rostro por la barbilla para que pudiera verlo a los ojos - sabes que no te haré daño, confía en mí y disfruta este momento que es para ti y para mí, para nuestro placer.
- Siento que no me hará daño Amo, algo en usted me hace confiar ciegamente en que haga lo que haga me gustará.
- Entonces, ¿qué ocurre porque me miras así, hermosa?
- Amo, lo miro así porque todo esto me sorprende. Deje que usted me masturbara delante de extraños y alcance un orgasmo intenso, nunca había sido así. Con usted he perdido el pudor.
- Así debe ser bella sumisa, te entregarás a tu Amo donde y cuando él lo requiera, eso es lo que hiciste.
Diciendo estas palabras la beso profundamente.
Besándola la llevo hasta uno de los postes de la cama, colocando sus brazos a su espalda y alrededor del poste para atarla.
- Aun no quitare el dilatador anal Sofía, te deseo muy dilatada allí para que puedas recibirme, pero si colocare unas pinzas para pezón que compre para ti. Son hermosas, sé que te gustarán.
Él se alejó de ella y se dirigió a un bolso ubicado al lado de la puerta y que Sofía no había visto. Luego saco dos cajas.
Mostrándoselas le dijo, éstas de la izquierda son las pinzas para tus dulces pezones rosados y esta otra caja un poco más grande es una sorpresa para después, pero quiero que sepas que es algo muy serio y de suma importancia lo que se encuentra contenido en esta caja, no lo tomes tan a la ligera cuando te lo muestre, amor.
Sofía intrigada por aquellas palabras y sumamente excitada le respondió con un “sí amo”.
Marc saco las pinzas, lamió y mordisqueo primero el pezón izquierdo colocando así la pinza y luego le doy el mismo trato al pezón derecho y coloco la otra pinza.
- ¿Te gusta sumisa hermosa?
- Si me gusta amo, son preciosas.
Las pinzas estaban unidas mediante una cadena de plata y en el medio había un dije grande con el símbolo de Dominación/sumisión en él.
- Gracias Amo, es un hermoso regalo.
- Hermoso como tú mi bella sumisa - dijo Mac - mientras las acariciaba y tocaba el vértice ubicado entre sus piernas.
- Ahora deseo probarte Sofía, pero primero me quitaré la ropa.
Marc se desnudó por completo.
Sofía no pudo evitar perderse en el tamaño de su pene, pensaba en como entraría en su ano. Era enorme y la ponía nerviosa, pero durante el tiempo que tenían como Amo/sumisa, él no la había tratado mal, así que ella decidió disfrutar de aquel momento.
Marc se acercó a Sofía. Acarició su rostro, sus ojos verdes lo deslumbraban, sus labios carnosos y rosados lo excitaban y esas deliciosas pecas de su rostro le otorgaban a su sumisa, un dulce toque infantil que lo ponía de rodillas. Tocó su cabello castaño claro y lo acarició.
- ¿Sabes lo que voy a hacerte mi dulce sumisa? ¿Sabes cuánto te deseo? ¿Cuánto deseo hacerte mía, tomarte por detrás y hundirme en ti hasta hacer que te corras una y otra vez, mientras se vierten chorros de mi simiente caliente en ti? ¿Lo sabes?
- Si Amo.
- Claro que lo sabes, sientes mi deseo. Estamos tan conectados que me sientes.
Diciéndole esto, Marc bajo hasta el vértice que lo volvía loco.
- Tu olor me embriaga, ábrete para mí.
Sofía lo hizo abrió las piernas un poco para mantenerse de pie y su Amo introdujo la lengua en su vértice íntimo y paso la lengua por su nudo de placer. A Sofía se le puso la carne de gallina, estaba al borde del clímax por todos los acontecimientos ocurridos y por sentir el dilatador anal, que lejos de incomodarle la hacía sentir más y más deseosa de que su Amo la tomase.
Por su parte, Marc disfrutó lamiendo su sexo, embriagándose de su olor y su sabor. Su dulce sumisa, tenía un sabor parecido a la miel y eso le fascinaba.
Levantando la pierna de Sofía para colocársela sobre un hombro, la abrió más, ella gimió al sentir la invasión sin piedad de su Amo y Marc por su lado quería que gimiera hasta la saciedad.
De repente el, introdujo tres dedos en su excitado canal y Sofía grito fuerte al sentir el orgasmo inminente. Marc la siguió disfrutando lamiendo y chupando los jugos que emergían de su intimidad, haciendo que ella volviese a sentir otro orgasmo. En ese momento se separó de ella, colocando su pierna en el suelo y desatando sus manos del poste de la cama con dosel. Llevo a una Sofía cansada en sus brazos para acostarla y el acostarse junto a ella. La abrazo y acarició, le dijo lo hermosa que se veía así cansada, pero que recordara que todavía faltaba algo. Sofía por su parte, levantando la mirada observo, como su miembro viril se erguía ante ella, prensado e hinchado.
- Ahora amor, veré tu ano, sacare el dilatador y untare un gel lubricante en él.
Sofía se puso sobre sus rodillas y manos, no sabía de donde sacaba fuerzas, pero allí estaba dispuesta a hacer todo lo morboso que ese hombre, su Amo le pidiese. En el pasado ella nunca hubiese aceptado una relación de este tipo, pero era una mujer hecha y derecha de 30 años y sentía que algo le faltaba a su vida, algo que no había probado y que liberaría de ella sus deseos más oscuros. Una vez a su ex le pidió que la azotara y este le dijo que era una enferma. Al decirle eso, algo se rompió entre ellos y por esa razón un mes después de aquel acontecimiento terminaron la relación de mutuo acuerdo. Allí fue donde investigando sobre el tema en foros de BDSM conoció al Amo Marc. Descubrió que se sentía cómoda conversando con él, le contó sus fantasías oscuras y el prometió cumplírselas. Cuando se conocieron en persona, al poco tiempo él le pidió que fuese su sumisa y ella aceptó, porque ese mundo la mantenía en constante excitación.
Estando en esa posición Marc saco el dilatador anal.
- Que delicia ver tu culito así, muero por meterme en él, quiero que sientas mi semen caliente en él, que sientas por completo como me pierdo en ti Sofía.
- Si hágalo Amo, permítame sentirlo - dijo Sofía en forma de suspiro.
- Me sentirás mi dulce niña, me sentirás.
Marc acarició el cabello de Sofía, siguiendo el camino por su espalda. Beso su columna vertebral y ella gimió y suspiro de placer. Luego se separó de ella y cuando volvió trajo con él, el tubo de lubricante. Siguió besando su columna y cuando llego a sus glúteos, los abrió mas, ella abrió las piernas, pero estas le temblaban. Pablo se volvió a separar de ella, pero antes dio una palmada brusca a sus pequeños y duros glúteos, busco tres almohadas y las coloco debajo de su vientre.
- Cuando sientas que ya no puedes sostenerte solo déjate caer sobre ellas, pero aun no princesa.
- Como usted diga amo.
Marc continuó explorando su cuerpo, posando su lengua sobre el ano de su sumisa para saborearlo. Ella se agitó balanceando sus caderas, pero el, la contuvo y dio otro azote a sus glúteos.
- No te muevas o te ataré y esto será más para mi placer y no para el de ambos, ¿entiendes?
- Si Amo.
Seguidamente, Marc unto el lubricante sobre su ano y a ella se le puso la carne de gallina. El empezó a penetrar con sus dedos en aquel orificio oscuro, que ella creía negado para el placer. Al sentir los mágicos dedos del Amo Mac, su cuerpo empezó a calentarse y todas las sensaciones que sentía en el ano, empezó a sentirlas en su nudo de placer, este se hinchó y emergieron de su vagina los jugos de su lubricación.
- ¿Te gusta más de lo que pensabas, cierto amor?
- Si Amo Mac, me gusta mucho. Siga por favor, no se detenga.
Marc le proporcionó cuatro nalgadas más.
- Tu no me dices que hacer, aquí mando yo, no tu sumisa bella.
Sofía solo asintió, pero disfruto de esos azotes que le daba su Amo.

Marc sentía como el orificio oscuro que tanto anhelaba se iba expandiendo aún más y cuando logro introducir tres de sus dedos en él, decidió que era el tiempo para penetrarla.
Al sentir el pene de Marc entrar en ella, Sofía dio un grito, por la mezcla de dolor y placer que sintió. Poco a poco su ano se había ensanchado, cuando el amo con su miembro atravesaba los anillos de músculos.
- Estas tan apretada Sofía - le dijo - debo contenerme porque si no acabare aquí mismo y mi deseo es hundirme un poco más en ti.
Conteniéndose para no penetrarla de golpe, Marc se quedó quieto por un momento. Le sorprendía lo bien que lo estaba recibiendo, ya que esto era un límite duro para ella y el deseaba que disfrutara.
Cuando logro entrar por completo en ella y empezó a moverse ella gimió. Era un gemido distinto.
- ¿Cómo te sientes Sofía? - preguntó mientras acariciaba su espalda y glúteos, bajando hasta su vértice de placer para acariciarla justo donde ella lo necesitaba.
- Me siento bien Amo - contestó Sofía con voz entrecortada.
- Ahora me moveré, siénteme mientras acaricio tu clítoris, bella. Siénteme mientras te hago mía, mientras te sodomizo como tanto lo he deseado.
Las embestidas del Amo Mac fueron comedidas en un inicio, pero luego se hicieron inmensas, debió tomar mucho control sobre su placer pero deseaba que ella acabase primero. Luego de siete embestidas Sofía se dejó ir, pegándose más a la pelvis de su amo para sentirlo más adentro y con dos embestidas más, su amo derramo su cimiente en ella, mediante un estruendoso orgasmo que lo hizo sentir el mayor placer que había experimentado nunca antes.
Se quedó por poco tiempo en su interior. Sofía su dulce sumisa, se había desmayado del placer. Levantándose, busco un paño para limpiarse él y otro para limpiarla a ella. Luego de hacerlo la levanto y acuno entre sus brazos.
- Mi dulce niña te has entregado a mí de una forma inolvidable, duerme que cuando despiertes, yo estaré aquí contigo para seguir adorando tu cuerpo y te entregaré un regalo.
Sofía solo asintió, se encontraba muy cansada. Nunca pensó que el sexo anal pudiera ser de esa forma, pero había sido una de las mejores experiencias de su vida y la había experimentado con su amo, un hombre que cuidaba de ella como ningún otro.
Qué distinto había sido con su ex, él no había sido paciente. La quiso forzar a recibirlo de esta forma, pero ella forcejeo con él y jamás se entregó así a ese salvaje. En cambio con Marc era distinto.
Él había mencionado algo de un regalo, ella vagamente lo escuchaba, pero eso tendría que esperar. En este momento lo único que deseaba era dormir y así lo haría.
Al cabo de tres horas, Sofía abrió los ojos, su amo se encontraba a su lado descansando también. Ella levantó una mano para tocarlo, pero a mitad de camino se detuvo. Es tan guapo - pensó - Ningún hombre como el, se había fijado en ella antes y pese a tener 42 años estaba soltero. Bueno, no soltero. Era divorciado, eso le había comentado él, pero si cualquier mujer sería capaz de enamorarse de él, no solo por sus hombros anchos, piel bronceada, cabello rubio oscuro, ojos color miel, facciones agradables en su rostro; sino también por esa calidad humana que reflejaba. Sin embargo, ella no podía engañarse esto era una relación especial si, la relación Amo/sumisa es mucho más profunda que una relación vainilla, pero al fin y al cabo era BDSM, no algo como para ser novios o pareja.
Marc tomó su mano repentinamente y ella se asustó.
- ¿Hola Sofía, como te sientes? – le preguntó con una leve sonrisa.
- Bien Amo, un poco aturdida pero bien - contestó ella mientras su rostro se sonrojaba - Disculpe por molestarlo.
El beso su mano y atrajo a Sofía hacia él, para sentir su cuerpo adherido al suyo.
- Eres muy hermosa mi Sofi - lo sabes - Tan hermosa y tan sumisa, como lo imaginé cuando conversábamos por el chat del foro.
- Gracias Amo, es usted muy amable.
Marc no podía apartar sus ojos de ella, estaba sonrojada porque aún se moría de la pena, pero sus labios estaba hinchados por los besos compartidos y él deseaba seguir besándolos.
Acercándola más hacía el hasta montársela encima, la beso profundamente, penetro en el interior de su boca y juro que en ese beso pudo ver su alma entregada solo a él. Empezó a sentir como Sofía se humedecía y su entrepierna estaba empezando a cobrar vida también.
- Deseo tomarte otra vez mi dulce sumisa, pero antes debo darte algo.
Levantándose busco la caja de terciopelo azul y la abrió.
- Esto Sofía, es un collar de sumisión.
Hablamos de ellos hace algún tiempo y te conté que para aceptarlo debes estar segura que deseas pertenecer a ese amo y que un amo solo entrega el collar a la sumisa que desea para servirle indefinidamente.
- Sí Señor, lo recuerdo. También sé que al aceptarlo la parte sumisa, entrega su alma, cuerpo y corazón a la relación y la parte Dominante al entregarlo promete amar, proteger y respetar a la sumisa dentro de los límites establecidos.
- Por eso Sofía, quiero pedirte en este momento que aceptes mi collar. ¿Lo aceptarías?
Sofía se quedó mirando detenidamente al amo Mac, no vio venir lo sería que se volvía la relación entre ellos, sin embargo deseaba aceptar ese collar con todas sus fuerzas, lo necesitaba a él. Nunca en su vida había deseado rendirse a un hombre como hasta ahora y aceptar su collar cambiaría es estado actual de su relación por completo. El collar era bellísimo, de cuero negro con cinco argollas a su alrededor, tachuelas y un dije en el centro de forma redonda, con las iniciales de su amo y ella juntas.
- Amo, sí acepto su collar. Deseo seguir siendo su sumisa y servirle con amor, devoción y respeto Señor.
A Marc se le iluminaron los ojos, no esperaba menos de su dulce sumisa. Le colocó el collar y ambos sellaron aquel acto tan importante con un beso intenso que les calo en el alma.
- Ahora eres mía Sofía, mía para amarte y cuidarte.
Aquella palabras sorprendieron a Sofía, pero ella no lo presionaría, si él deseaba amarla, ella se lo permitiría, igual ella desde hace algún tiempo lo amaba sin decírselo.
Fotógrafías: Cristhian Delgado, Catherine, Lester Lee.
Por Isabella Márquez.
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