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“Andrés, no seas cara`e mazo” ¿O cómo es la cosa?


“La propaganda no es un principio inflexible,

sino el resultado de una imaginación viva y profunda”.
Joseph Goebbels.
Ministro para la ilustración pública y propaganda del Tercer Reich.


En pleno entorno social de la Venezuela premadurista, recuerdo mi época universitaria donde nos mandaron analizar las campañas propagandísticas entre el hijo predilecto del chavismo, Nicolás Maduro, y su acérrimo opositor, Henrique Capriles Radonski, basándonos en las cincuenta y tres técnicas de comunicación política que Iván Abreu Sojo detalla en su libro “El imperio de la propaganda”.

En aquel análisis, más allá de evaluar la propaganda como un mensaje que influye sobre la población, pudimos detallar que la campaña oficialista tenía una ligera ventaja sobre la campaña opositora, debido a que Hugo Chávez en su última alocución, pidió de “todo corazón” votar por Maduro en caso de que se efectuaran unas nuevas elecciones sin que la imagen del “Comandante Supremo” no estuviese en la papeleta. Allí comenzaba la candidatura premonitoria.


Para ese entonces, el uso de palabras o frases pegajosas, a lo que comúnmente se le conoce como Slogan, fueron parte de esas operaciones psicológicas (término adoptado militarmente en el contexto de Guerra Fría luego de la II Guerra Mundial), que hizo que muchos analistas tuviesen una mirada crítica ante el nuevo papel de la publicidad política durante el periodo electoral del 2013 en Venezuela.

Usando una de las tantas técnicas propagandísticas, la repetición de la frase “Por amor a Chávez” o “Desde mi corazón - Maduro Presidente”, apeló a la emoción del ciudadano de a pie con la finalidad de crear un concepto altamente valorado, es decir, el uso constante de palabras atractivas pero vagas logró que el mensaje sonara bien sin decir nada en particular.

“¿Vas a seguir Abigail?”
La repetición es una técnica que parte de la premisa de que, si se repite algo una y otra vez, no importa cuan inaceptable o exagerado pueda ser, la gente terminará por creer que hay alguna verdad en lo dicho. Estudios afirman que en cada elección los partidos políticos han demostrado un déficit informativo en sus contenidos basados en argumentos superficiales y en voz de la sociedad, esta técnica termina por hartar al votante, sin importar su intención de voto o su identificación partidista.

Aunque la repetición es una técnica fundamental de la propaganda, para el escritor e intelectual francés, Jean Marie Domenach, la orquestación es el complemento ideal para terminar de persuadir al público. Esa persistencia de sembrar la idea es la primera y más importante condición para obtener el éxito. Es decir, toda campaña triunfa cuando esta idea logra expandirse en ecos infinitos y logra conseguir que en todas partes se hable o se discuta el mismo tema de diversas maneras.



Para la International Institute for Democracy and Electoral Assistence (IDEA), la clave del mensaje adecuado es la base para generar un reconocimiento y este debe ser repetido la mayor cantidad de veces para que este sea recordado y así poder lograr convencer al elector indeciso. En otras palabras, repite el tema no mas allá del punto que disminuya su efectividad.

Ahora bien, con la llegada del internet y con ella las redes sociales, la evolución de la propaganda y sus técnicas se encuentran en diferentes niveles dependiendo de su posible desarrollo, esto significa que el primer impulso es siempre trasladar a la red los diversos mensajes y formas de agitación logrando como resultado la adaptación de la misma en un medio o canal ya no tan clandestino.

Hashtag retórico: #Lassolución es #MásAmorMenosHate
Si bien es cierto que la retórica es el arte de la persuasión, las etiquetas o hashtags en esta nueva era de la comunicación establece un contacto directo entre el emisor de la información y el receptor del mensaje. Y si esto lo usas en épocas de candidaturas se convierten en el principal evento mediático híbrido donde millones de personas siguen “a doble pantalla” opiniones y comentarios a través de las redes.

El debate entre Andrés Arauz y Guillermo Lasso por la presidencia del Ecuador, trajo consigo unas series de características como el rol que juega entre la audiencia y los actores no políticos, la “memificación” de las ideas debatidas y la relevancia de los momentos críticos en las comunicaciones políticas dentro de los espacios digitales, pudiendo ejercer una influencia significativa en las acciones posteriores.

Independientemente del análisis, donde el periodismo y los líderes de opinión escogen al ganador, este debate tuvo muchas falencias y limitó la realización de un verdadero foro, trayendo consigo acuerdos y desacuerdos que se debatieron en redes sociales, a pesar que este medio alternativo de comunicación no está considerado dentro de las regulaciones electorales ecuatorianas.

Las e-Campaigning de ambos candidatos en esa discusión, estuvo enfocado en que el ciudadano común hiciera uso de las plataformas digitales para afirmar o desmentir sobre las diferentes propuestas expuestas en ese pequeño intercambio, aprovechando el momento oportuno para “atacar al contario” sin dañar su reputación tanto tradicional como la digital.

Y en ese momento aparecieron los memes.


Originalmente de la teoría de Richard Dawkins sobre evolución cultural, los memes es una unidad de información residente en el cerebro y el replicador mutante en la transformación cultural del ser humano, además de ser un patrón que puede influir sobre sus alrededores y es capaz de propagarse porque son interpretables, numerosos y persistentes en el tiempo. En resumen, son informaciones que se copia de una persona a otra con diversas variaciones y selecciones.

En la actualidad, los memes como técnica de propaganda, demuestran ser un gran potencial para modificar la relación de los gobiernos, candidatos y electores ejerciendo un alto impacto, específicamente con dos enfoques como constructivo o positivos y que buscan fortalecer propuestas de campaña apropiándose de temas y frases establecidas por los equipos de comunicaciones y el destructivo que busca resaltar los desaciertos de la campaña de los opositores o la gestión de bloques, partidos o gobiernos de turno. Es decir, son un mensaje altamente efectivo cuando de manera orgánica el público se apropia del contenido para expresar alguna situación con la que se está o no de acuerdo, logrando una conexión con la ciudadanía. Pegar una frase y convertirla en etiqueta es el plato del día a día.  

#MíremeALosOjosDoctorBorja
En 1984, León Febres-Cordero, líder del Partido Social Cristiano y Rodrigo Borja, fundador de la Izquierda Democrática, fueron los protagonistas de unos de los debates más recordados en la historia ecuatoriana. Para aquella noche, Borja llegó como el vencedor de la primera vuelta pasando por encima de otros 8 postulantes, pero fue el líder del socialcristianismo, quien durante el encuentro y mientras le mostraba un documento a Borja le dijo: “¡Míreme a los ojos, doctor Borja, no me baje la mirada!” con un tono desafiante, logrando que esta frase se haya quedado en la memoria del ecuatoriano, logrando revertir el resultado de la primera vuelta y convertirse así en Presidente de la República.

37 años después de aquella controversia y con varios debates hasta la fecha, los candidatos a la primera vuelta han estado en disputas colectivas, pero los finalistas para la segunda vuelta nunca se han encontrado para debatir. Arauz y Lasso lo lograron.

Arauz, que con la figura de Rafael Correa a sus espaldas, llegó como el flamante ganador de la primera vuelta con 32% de los votos. Por otro lado, Lasso llegó al plató  lleno de polémica pero con una estrategia propagandística bajo la manga. Se volvía a repetir la historia.

AA: “Oiga, usted hasta sueña con Correa, bueno ya le voy a pasar el dato”.

GL: “Tú y Lenín Moreno comparten la misma partida de nacimiento político”

AA: “Guillermo Lasso vive en el pasado y además es salado, salado, salado”.





GL: “Andrés, no mientas otra vez”

GL: “Andrés, no mientas otra vez”

GL: “Andrés, no mientas otra vez”

La frase con la que Lasso incomodó más de una vez a su rival, se convirtió en tendencia en las redes sociales apenas finalizado el cara a cara que se transmitió en cadena nacional. Hasta ese momento, según la herramienta Talkwalker, el hashtag #AndrésNoMientasOtraVez había alcanzado a más de 3 millones de personas y por lo menos unas 10 mil cuentas en Twitter lo compartieron en sus perfiles. El uso de esta etiqueta breve y sencilla permitió que los usuarios pudieran generar conversaciones hasta llegar a convertirlo como eslogan de la campaña.


La repetición de esta frase como técnica, hizo que se le atribuyeran todos los errores y malas características al adversario como especie de demonización, generando una desaprobación social a tal punto que buscaba que el rival presente pruebas de su inocencia como una inversión de la carga de la prueba, de una manera orquestada por la persistencia del tema sumado a la variedad de su presentación.

Convertida en slogan, esta frase sorpresiva y contundente rompió el esquema de perspectiva del perceptor produciendo así una fuerte sacudida. Logró su efecto recurriendo a un elemento fundamental en la propaganda política como invitar al electorado a tener una repetición mecánica funcionando como narcótico de la conciencia.

Aunque diversos analistas alegan que lastimosamente los perdedores mayoritarios en este debate fueron los ciudadanos ecuatorianos, tocará esperar hasta el 12 de abril para saber si Lasso o Arauz, será el próximo residente oficial del Palacio de Carondelet, ayudado por sus estrategias.

Por Ricardo Enrique Ortiz



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