Hace más de un centeno Fiódor Dostoyevski otorgó la posibilidad de viajar a los abismos más oscuros y misteriosos de la infinita alma humana. Hoy día, el director Juan Souki, recuerda semejante recorrido, que se toma de la mano con la novela original, y que desde su perspectiva sumerge al espectador en ese ambiente oscuro que va a caballo entre el frío extremo de San Petersburgo, y el calor caribeño.
La historia es compleja en contenido, pero se resume en sus hechos. Un doble asesinato cuya motivación era fácil de suponer, un monólogo de lo que es la convicción y lo que impide alcanzarla. La ley asiste de forma aparentemente injusta, el enamoramiento del protagonista hacia una prostituta tras la muerte del padre de ella. Todos los hechos que conducen hacia un desenlace que roza con la fatalidad.
¿La justicia de la ley puede llegar a ser injusta? ¿Es justificable un homicidio? ¿La convicción y deseo de cambiar el mundo pueden darle derecho a unos hombres de incurrir en la violación a la ley? Son preguntas que se hace el protagonista y que serán la llave para su mente turbia y revolucionaria.
Una atmósfera asfixiante, psicodélica y oscura hará entrar al espectador en un mundo igual al nuestro, pero no tanto. Una realidad que todos ignoramos: la realidad interna. La angustia onírica que Souki crea junto al equipo de Crimen y Castigo es casi neo impresionista, y resultará deliciosa para los amantes del “no apto para cardiacos”.
Souki crea un caleidoscopio de elementos que sumergen en un teatro rico en sorpresas. Números musicales, complemento audiovisual, monólogos acompañados de múltiples actores. Hace un excelente uso de todos y Crimen y Castigo lograr proponer una propuesta escénica que deleita a los amantes de las tablas.
En la obra destacan las actuaciones principales de Prakriti Maduro, Alexander da Silva y Carlos Sánchez Torrealba. Crimen y Castigo se exhibirá en el Centro Cultural Chacao. La obra se presentará hasta este fin de semana, viernes y sábado a las 7 de la noche, y domingo a las 5:00 pm. Pero suplan aire de otra temporada.
Por Diego Alejandro Torres
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