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El arte del atrevimiento: jugar con las estructuras y discursos

En esta época de inmediatez y tendencias digitales, ¿qué significa “romper” en el arte? Y cómo influye en la profundidad e investigación que involucra a los elementos del proceso creativo: el artista, la realidad, la obra. La cultura siempre como espacio para la reflexión y la búsqueda




María Angelina Castillo

“El arte es una forma particular bajo la cual el espíritu se manifiesta”, escribió Hegel en su Introducción a la estética. Y en este proceso, las ideas se hacen accesibles a la contemplación del otro –el espectador– a través de soportes sensibles: un lienzo, una escultura, un cuerpo que danza o un cuerpo que recita, un instrumento musical, una hoja de papel.

A través de esta particular forma de lenguaje donde median el alma y la naturaleza, la verdad y el abismo, se conjugan el artista, la realidad, el proceso de creación y la obra realizada. Una combinación cuyos factores pueden sufrir alteraciones con el paso del tiempo.

En la época actual, marcada por la inmediatez, las tendencias y los likes, el éxito de personajes como Bad Bunny o lo políticamente correcto, donde se desdibujan los límites de la privacidad y el valor creativo, ¿los elementos del arte qué ruta buscan? ¿Hablan de novedad y atrevimiento o se han quedado anquilosados?

“¿Qué significa romper o ir más allá del acto desordenado, del acto que quiere ser irreverente? ¿Cuál es la nueva irreverencia?”, se pregunta Orlando Arocha, director de teatro y ópera.

Para el creador venezolano la difícil situación que atraviesa el país, y el mundo, en medio de una crisis sanitaria generalizada hace necesario un arte de ruptura que no solo vaya contra las estructuras artísticas, sino contra la forma en la que se ha conducido la sociedad.

“Nos sentimos incapaces de retratar las contradicciones, necesidades, el absurdo que vivimos. Y no es la primera vez que la sociedad ha vivido algo así, después de las guerras siempre vienen movimientos que cuestionan el arte desde su propia estructura. Ahorita creo que el arte podría ser irreverente”, señala.


Rupturas geográficas
Para el director teatral Vladimir Vera, venezolano residenciado en Chile desde hace más de un lustro, en estos cuestionamientos tiene un peso enorme el contexto geográfico. “Porque en Venezuela, por ejemplo, es más fácil ‘romper’ con temas con la homosexualidad, así como el aborto o el matrimonio gay. En Chile es distinto. A partir del #MeToo y esta nueva evolución del feminismo, el desnudo y la sexualidad se han cerrado. No ocurre lo mismo con la homosexualidad o lo lésbico, que está muy en boga en el teatro chileno. Ahí no hay tabú. Pero lo otro se prohíbe y es preocupante porque me recuerda, de cierta forma, a la inquisición”, dice.

Sin embargo considera que todo puede ser objeto de discusión, de controversia. Las rupturas generan nuevas visiones y lenguajes, defiende Vera: “Generalmente trabajar con ideas encorsetadas, ideas desfasadas ‘porque es lo que tengo que decir’ no aportan dentro del arte. El arte es renovación constante. Y para eso es importantísimo hablar y acabar con lo políticamente correcto porque es extremadamente aburrido. Está bien para la vida, pero no para el arte”.



Romper sin un fin
Para la guionista Karin Valecillos, conocida por su trabajo en series como la de Luis Miguel (Netflix) y en largometrajes como El Amparo, la ruptura es algo que se debe mirar con lupa, pues debe tener sentido para que genere un impacto.  “Es cierto que en la Historia del Arte las rupturas han representado cambios y nuevos caminos, sin embargo, hay que tomarlo con pinzas, porque romper por romper es un acto tan vacío como la repetición”, señala.

Cree que hoy en día es mucho más arriesgado jugar con “las estructuras, los lugares comunes y los estereotipos” y redimensionarlos, darles una relectura, sobre todo en ámbitos como la escritura de guión.

“No necesariamente algo que trasgrede un orden trasciende. Hay cantidad de ejemplos de artistas que se consideraron innovadores en su momento y pasaron al olvido, y otros que siguiendo parámetros más clásicos pero modificando solo algunos elementos son parte de nuestro imaginario”, finaliza.

El artista que se vuelve inmediatez
La cantautora venezolana Laura Guevara considera que en esta época de consumo veloz, el “romper” se traduce también en un “romper para hoy”, porque ya mañana sale una cosa más. Un proceso en el que la gente pierde la capacidad de “digerir” una manifestación artística y en el que parece cobrar más importancia el artista que la obra misma: “Entonces las personas que tienen inquietudes más profundas se van a sentir frustradas en un sistema como el que se está construyendo”.

Una situación por la que ella misma atraviesa, pues le gustaría trabajar en un disco que tuviera un planteamiento filosófico, elaborado a partir de las preguntas. Pero el mercado actual la lleva por otros caminos.

“Lo que me pide es que suba a mis redes todos los días videítos y yo bailando y en qué tiempo voy a poder construir un proyecto de trascendencia y de investigación si tengo que estar creando contenido todos los días para todas las redes sociales. A veces me siento limitada por la inmediatez de los tiempos y me duele un poco que el arte se esté supeditando a lo inmediato del mercado más que a la importancia cultural de crear obras artísticas que signifiquen y que de alguna manera sanen las heridas inconscientes y que permitan procesar los dolores culturales. Estamos quedándonos en la superficie”.



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