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Aranesvid López comparte cinco poemas

El camino infinito
Soy el camino infinito.
Con piedras para que tropieces y me beses,
para que te quedes y me recuerdes,
para que te levantes y te vayas
y para que vuelvas a caer.

Tengo mis bondades,
procuro una vista al amanecer sin obstáculos,
y dejo brillar mi sendero a la luz blanca de la luna violenta.
Permito que corra el agua por mis canales,
dejo que la tierra se acumule y corra.

No llego a ninguna parte,
no vengo de ningún lado,
el tiempo no significa nada para mí
y aún así la eternidad me contempla.
Soy el camino infinito
que no te cansas de recorrer.



Un par de manos viajeras,
que nunca concibieron asentamientos.
Caderas, pechos, cabellos y piernas,
labios, miradas, palabras susurradas y alcohol,
ropa inanimada, consciencia apagada, cigarrillos y sonrisas cómplices.

Nos hemos amado de alguna forma,
y en medio de lo transitorio vislumbramos la perfección del ahora.
Yo siempre soy ella. Yo siempre contesto.
Y suelo quedarme lo necesario.


Palabras Extendidas

La vista fija en el punto ciego de los fantasmas.
Las mariposas vuelan como si el mundo no se estuviese acabando.
El sol sigue calentando sin importar qué.
El puesto sobrante, el comentario faltante,
la incógnita resignada. La exclamación pospuesta
porque el llanto apremia y tranca el pecho.
La memoria como siempre jugó un papel determinante,
cada detalle reproducido en un espiral interminable,
cada vez más exacto,
cada vez más preciso,
cada vez más.
El miedo pululó en el corazón y el estómago infectado,
la ansiedad hizo lo suyo y encendió muchos cigarrillos.
Y las letras se extendieron más que los besos,
y la realidad intentó confundirse para no ahorcarse.


Y el infierno está repleto...
Y el infierno está repleto de flores, las más hermosas, sin olor. De colores que están y no se perciben, azules, verdes, rojos, magenta... todos derivados del negro.

Un campo inimaginado. Risas que dan escalofríos, tumbas sin muertos, árboles frondosos, de copas altísimas, que dan sombra a un suelo sin raíces.

El infierno también tiene un cielo, una iglesia, una parada de autobús.
Tiene una mujer que pudo haber sido mía, que pudo amar mis amores, besar mis besos, sonreír con mis labios, una que carece de un nombre para llamarla....
el infierno es posiblemente ese lugar donde sé que la dejé, pero que no logro recordar.



Elogio para mí

¡Vamos, adulen y elogien mis palabras! mi capacidad de describir el sexo, el viento y el sabor de la marquesa de chocolate. Besen mis genitales como si de la mano del Papa se tratara y respétenme como el consejo sabio de la madre vieja.
Adulen, elogien, compartan, envidien, mi capacidad infinita de hacer verbo, de narrar una vida pendenciera, promiscua e interesante.

Deseen compartir conmigo una copa, un cigarrillo, una cama... un instante borroso y peculiar, lleno de polvo y letras.

Anhelen estar acá conmigo, compartiendo la eternidad en el éxtasis infinito de la palabra.

Por Aranesvid López

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