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Una historia de Steaven Nieto

Cada año mueren 1.210.000 personas aproximadamente en un accidente automovilístico. Ese no fue el caso de Juan, su auto dio tres vueltas en un barranco que está al final de una curva en una carretera de Mérida. Él se rompió dos costillas y una pierna, su esposa se rompió el cuello y se abrió la tráquea, dejándola muerta al instante. Eso era tan seguro como que la sangre jamás se quitaría del terciopelo de los asientos.

132 días después

En valencia, una mujer trataba de aprender a usar su horno. Sofía nunca fue muy diestra en la cocina, o al menos eso decía su madre: “¡Nunca vas a ser diestra en la cocina!”, eso ocasionó que dejara dos hornillas abiertas sin encender el fuego. 27 minutos después de darse por vencida, quiso fumar un cigarrillo y esto solo causó una pequeña quemadura en el brazo y una más grande en la espalda, junto con su cocina y gran parte de la casa en pérdida total, sumando su gato muerto por asfixia. Ella amaba a ese gato tanto como amó a dos de sus ex esposos.

8 días después

Sofía fue a un centro comercial a comprar nuevos utensilios de cocina. Su lista iba desde cuchillos y vasos hasta nevera y microondas. Juan tenía una sesión de terapia para su pierna con un doctor muy recomendado por su hermana. Planeaba buscar a su sobrina al salir para dar una vuelta juntos y comprarle todo lo que ella quisiera.



El consultorio estaba en un pequeño centro comercial de Valencia, un lugar caracterizado por sus espacios poco iluminados, corredores estrechos, muros grises y tiendas de todo tipo. Terminada la terapia, que incluía estiramientos y masajes, Juan buscaba la salida del recinto y encontró con unas anchas escaleras que debió subir despacio por dos razones; la primera, le dolía la pierna, la segunda, mandaba un mensaje de texto. Mientras subía, un dolor punzante atravesó su rodilla y Juan soltó su teléfono al instante; al detenerse tan abruptamente, tropezó con una mujer que subía detrás de él, esta lo tomó del brazo intentando no caer, pero el resultado fue que Sofía y Juan se fueron al otro lado de la baranda que daba una linda vista aérea del centro comercial hasta cuatro pisos más abajo. Juan se puso de pie con ayuda de su esposa y Sofía escuchó un gato luego de levantarse por su cuenta.

Por @_steavennieto
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