sellocultural.com

"Soy un ojo. Un ojo mecánico.
Yo, la máquina, os muestro el mundo del único
modo que puedo verlo" - Dziga Vertov (1923)


Para el documental sobre la muerte de la nueva Marilyn Monroe han entrevistado a muchas personas que cuentan diferentes versiones de la misma historia. Pero no me han entrevistado a mí, la cámara que usaron para su última sesión de fotos, que puedo dar un mejor testimonio. Uno más personal. Si me preguntaran qué fue lo que vi, daría un relato completo, que podría dividir en cuatro partes, y diría, en perfecto orden:

Primera parte: El fotógrafo

1. Que el fotógrafo que llamaron se sentía nervioso y por eso decidió contratar, con casi dos semanas de antelación, a otra modelo para practicar. Tenía la idea de ensayar con ella lo que haría con la nueva Marilyn Monroe.
2. Que la modelo era una niña de diecinueve años.
3. Pero que parecía mayor. Caminaba muy erguida y tenía las piernas largas. Aun sin tacones era alta.
4. Que él, por sus nervios, trató de apurar las cosas. Así que todo ocurrió con velocidad de vértigo. Contrató a la niña por recomendación de un conocido, que le dijo que era idéntica a la nueva Marilyn. Compró mucha ropa, la suficiente como para llenar una maleta grande, todo de la talla de la modelo de diecinueve años. Luego alquiló una habitación de hotel que convirtió en estudio. Allí se conocieron, al día siguiente, ella y él.
5. Contaría, con austeridad, para no perderme en detalles, que, luego de presentarse, el fotógrafo dejó la ropa sobre los sofás y le indicó a la modelo que escogiera lo que más le gustara. Luego se dio la vuelta y le dijo que no quería ver lo que elegiría, que lo sorprendiera.
6. Describiría que la ropa que seleccionó fue una falda corta, negra y ajustada, tacones a juego y una blusa de chifón blanca, además de una chaqueta que simulaba el cuero. No llevaba accesorios ni maquillaje, solamente los ojos delineados.
7. Todo esto lo diría muy brevemente, no quisiera desviarme de lo importante: lo que vi y lo mucho que todo se parecía a la última sesión de la nueva Marilyn.
8. Así que tendría que decir que las primeras fotos fueron malas. Ella estaba tensa y se notaba.
9. Pero también que las siguientes fueron mejores. Que empezaba a coquetearme y eso estaba bien.
10. Luego, con teatralidad, diría que, en un gesto, movió la chaqueta. Entonces se vio que no llevaba ropa interior.
11. Por eso el fotógrafo se desconcentró y empezó a tomar fotos malas. Algo poco profesional de su parte. Por lo que decidió cambiar de escenario.
12. Así, la modelo y él se encerraron en un cuarto. Él alegó que quería unas fotos más personales y ella aceptó.
13. Pero al sentirse juzgado, presionado e incómodo, el fotógrafo hizo pasar al estilista para que le acomodará el cabello a la modelo. Eso le pareció suficiente. Entonces lo sacó del cuarto y volvió a cerrar la puerta.
14. Aquí haría una pausa. Luego diría que allí, en esa habitación, ocurrió lo que en verdad, para mí, fue trascendental. Consciente de que quizá se molesten por los detalles que doy y que, aparentemente, no tienen que ver con la nueva Marilyn, aclararía que todo lo que estoy contando tiene cierta relevancia, más porque nadie lo ha dicho.

Segunda parte: Yo, la cámara
1. Entonces, retomando la historia, contaría que el fotógrafo le dijo que se quitara los tacones y se acostara sobre la cama. Cuando lo hizo, y se estiró contra las sábanas, él se paró sobre ella y la fotografió desde arriba. Diría algo así como: Recordarán esas fotos porque el fotógrafo tomó unas idénticas a la nueva Marilyn, solo que ella estaba desnuda. Además, cuando vio cómo los senos de la modelo se veían a través de la blusa, tuvo la idea de hacer las fotografías en la piscina y a través de un echarpe trasparente.
2. Reiteraría que ahí está mi importancia: que yo noté cosas que nadie más vio, ni siquiera el fotógrafo, que estaba distraído en otras cosas.
3. Las siguientes poses fueron muy seductoras. Todas se repitieron con la nueva Marilyn. La modelo se puso de pie, dándole la espalda al fotógrafo, y empezó a hacer poses insinuantes. El fotógrafo le preguntó que si estaba siendo creativa y ella asintió con una sonrisa. Esa misma pregunta él se la haría, en algún punto, a la nueva Marilyn.
4. Luego, relataría que, girando un poco, la modelo me miró directamente a mí y empezó a subirse la falda con la punta de los dedos. Allí vi la primera señal. En su rostro, con los ojos entrecerrados y la boca a medio abrir, vi algo de dolor.
5. Ese sería un buen momento en mi historia para que pusieran una serie de imágenes de la modelo, o del fotógrafo, con una música suave, de piano o de violín, que se iría desvaneciendo a medida que continúo hablando: Pero su expresión se recompuso, diría. Ya con la falda en la cintura, se volvió, miró de frente al fotógrafo y arqueó la espalda. Si le añaden el echarpe trasparente y le quitas toda la ropa, tendrían otra foto similar a una que le tomaron a la nueva Marilyn.
6. Entonces, para finalizar este episodio, comentaría que en una de las últimas fotos, un primer plano del rostro de la modelo de diecinueve años, ella aparecía con la boca abierta, asomando sus pequeños dientes y la punta de su lengua, con una mueca melancólica que pasó desapercibida.

Tercera parte: La modelo de diecinueve años
1. Al día siguiente, relataría luego de una larga pausa en la que se deberían suceder varias imágenes, los dos se volvieron a encontrar en la misma habitación e intentaron hacer varias tomas con la modelo vestida de gala. Fotos en blanco y negro. Pero ella dijo que prefería las del día anterior. Así que se desvistió.
Ese día tampoco llevaba nada abajo, igual que lo haría la nueva Marilyn Monroe.
2. Y así llegaría al punto de contar que se tomaron un montón de fotos de ella sobre la cama. Y que con cada foto se iba haciendo más pequeña y menos radiante. Pero ninguno de los dos pareció darse cuenta.
3. Luego el fotógrafo me dejó en una mesita y se acercó a la modelo. Intentó besarla pero ella dijo que no, que no la tocara. Pero que podía verla todo lo que quisiese. Que le dijese cómo la quería y ella lo haría, pero que no fuese más allá. Y eso fue todo lo que ocurrió ese día.
Casi todas las fotos fueron sobre la cama. Menos una, en la que ella salía de espalda, inclinada por la ventana, como si fuese a brincar. Pero, aparentemente, nadie más, aparte de mí, tuvo esa impresión: la sensación de que ella iba a saltar. Lo que todos vieron fue la forma de corazón que hicieron sus muslos cuando los apretó uno contra otro.
4. Si tuviese tiempo, podría acotar que a ella parecía gustarle que la fotografiaran allí, en la ventana. Le gustaba, creo, que pudiesen verla, así que actuaba con más soltura. Como si tuviese un público que complacer.
5. Incluso, siendo detallista, podría decir que vi algo brillar en su entrepierna, pero eso pudo haber sido solo la luz.
6. Después de esa noche, ella desapareció. Y fue imposible localizarla.
7. Eso último lo diría como si fuese una sentencia, para así profundizar el ambiente de catástrofe irreversible.

Parte cuatro: La nueva Marilyn
1. Y el punto final sería: Pero esa expresión que no se ve en las fotos, ese gesto de tristeza y la manera en que, ante mi mirada, se fue desvaneciendo en la habitación, solo lo volví a ver varios días después, cuando fotografiamos a la nueva Marilyn. Un gesto que se evidenció más claramente cuando ella vio sus propias fotos. Fue como si quisiera tacharlas.
Y creo que de hecho lo hizo, al menos con algunas. Para ello usó un marcador naranja. Me pareció escuchar que dijeron que fue porque en ellas no se veía reflejada a sí misma. Y tenían razón. Sin embargo a eso no le hicieron mucho caso, solo dijeron que así, bajo el efecto del marcador, las fotografías se veían mejor, únicas, como si estuviesen autografiadas.
2. Las fotos, incluyendo las tachadas, como ya saben, fueron exitosas y le dieron fama al fotógrafo. Aunque yo me he rehusado a seguir trabajando con él porque no ha comentado nada sobre la modelo de diecinueve años, y eso me indigna. Me parece que es injusto y malagradecido de su parte. ¿Por qué? Porque creo que, deliberadamente, está omitiendo algo que es muy importante, porque a mi parecer ella lo ayudó mucho. No solo con las fotos, sino a estar preparado para lidiar con la personalidad abrumadora de la nueva Marilyn.
Sin la modelo, él, estoy seguro, no le habría podido decir: No te tengo miedo, Marilyn. Él está en deuda con la jovencita.
Por eso desearía que me dejaran hablar a mí.
3. Sin embargo, a la nueva Marilyn le gustaron las fotos que salieron publicadas –las tachadas se guardaron para un futuro álbum de fotografías inéditas-, al menos eso dijo, aunque a mí no me convence. Felicitó al fotógrafo y luego se fue de vacaciones, sola, distanciándose del resto del mundo. Había dicho algo así como que necesitaba un retiro, algo de espacio para sí misma.
4. Y eso fue todo. Un mes después, la nueva Marilyn se había suicidado. Y nadie sabe por qué. Pero sospecho que si encuentran a la modelo de diecinueve años, podrían llegar a tener una idea. Aunque yo diría que las dos murieron de tristeza.
Y así terminaría toda mi larga intervención.




Por Jacobo Villalobos
Fotografía: Bert Stern
Lo digital es cultura. Todos tenemos un sello que mostrar.
@SelloCultural

Sello Cultural 2021. Todos los derechos reservados.