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Buen viaje, Gustavo Cerati. El músico argentino falleció a sus 55 años de edad

Hace cuatro años no asistí a su último concierto, pero lloré en el cuarto mientras escuchaba sus canciones. Tal como hoy. Hace cuatro años pasó, un accidente cerebrovascular lo tomó, como tomarían los aliens este planeta, sin aviso alguno, disparando a matar. Recuerdo mi silencio, las oraciones que hace el hombre de poca fe cuando está en el desespero, y luego la esperanza.

Los médicos diagnosticaron que sufrió un "daño severo en el hemisferio cerebral izquierdo y el tronco cerebral" y que los estudios neurológicos para medir "respuesta a estímulos sensitivos y motores" nunca arrojaron buenos resultados.

Aún así la certeza de que despertaría me abandonó pocas veces durante estos cuatro años, y cuando Lilian Clark, su madre, dijo hace un par de semanas que el genio movió sus manos abracé a mi mamá y le dije "¡nos escucha!". Esa noche nos tomamos una cerveza por la buena nueva.

Es tremendamente estúpido querer tanto a una persona que jamás cruzó una palabra contigo, pero así es el querer. Ilógico.

Gustavo Cerati entró a mi vida cuando no sabía absolutamente nada de música. Entró porque sonaba en casa y yo saltaba mientras tocaba una guitarra imaginaria si lo escuchaba. En la adolescencia redescubrí sus letras y me dije que si algo debía llevar la etiqueta de lascivo, era su voz y algunas de sus letras.

Gustavo cantó con el alma y escribió con el corazón en las manos. Nunca ocultó nada y por eso jamás nadie entendió completamente sus letras. No era la Argentina, era el mundo entero, las historias de personas que no tenían nada en común con él más que su sensibilidad.



Hace algunos meses llamé a un amigo sólo para que escuchara "perdonar es divino" esa fue mi manera de decirle que cerré los capítulos abiertos hace apenas tres minutos atrás, de la mano con Gustavo. Y que ahora era él quien ponía las palabras que no salían de mi boca.

Nos deja doce álbumes para seguir teniéndolo: Soda Stereo, Nada Personal, Signos, Doble Vida, Canción Animal, Dynamo, Sueño Stereo, Amor Amarillo, Bocanada, Siempre Es Hoy, Ahí Vamos y Fuerza Natural. Los regalos que decidió dejarnos. Las canciones con las que decidió agitarnos.

Siempre fue certero, tan certero que su última declaración, fue directo hacia mi: "no es soberbia, es amor, poder decir adiós es crecer". Me cantó cuando intentaba tomar una de las decisiones más importantes de mi vida y dos minutos después, exhaló por última vez.

Quizás otras personas, en algún otro plano lo necesitan más que nosotros. O eso quiero pensar.

Quizás ya nos dio demasiado.

Quiero pensar que las estrellas llenas de luz como él, pasan por la vida de los demás a enseñar, y se van, y uno se queda mirando al cielo como dice Capote que uno queda cuando se enamora de una criatura salvaje. Pero que definitivamente siguen dando luz.

Qué no se apagan.

Qué no se extinguen.

Tu verbo vive en nuestra carne, Gustavo.


Por Arianna Cristina De Sousa.
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