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Domingo, 12.32 de la medianoche, y yo, bien despierta. La historia de todos mis domingos, conciliar el sueño bien tarde y al otro día, o ese mismo día, levantarme bien temprano para ir a trabajar.

Ah, ¿qué si voy a trabajar mañana, 23 de marzo? Ajá, sí, me toca trabajar con alarmas de Coronavirus y todo a nivel mundial. Y ojo, no voy a trabajar realmente obligada por la empresa, voy porque necesito mi pago diario para poder cubrir los gastos de renta, comida, etc.

Estos días, han sido, para muchos, de mucha reflexión y mucho debate entre lo que es correcto y lo que es más sensato hacer por mi bien, y por el bien del otro. Y creo, en líneas generales, que efectivamente el mundo está minado de gente que solo piensa en su bienestar e interés personal, sin saber las razones y los por qué de los demás. Y claro que sí, indudablemente necesitábamos este sacudón para dejar de ser seres, y ser más humanos.

Digo todo esto porque es demasiado fuerte tener miedo de enfermarte y/o hasta no tener la posibilidad de no escribir más nunca, porque puedes perder tu vida; y tener que arriesgarte a buscar el sustento de todos los días, porque estás en un país en donde, a pesar de la crisis que sus habitantes puedan pasar, la norma siempre será la norma. Y me refiero a que si no tienes para pagar la renta del apartamento o los servicios pues puedes quedarte mañana sin un techo donde estar o no tener más qué comer.

Vivo en un país desarrollado y hoy me siento más insegura que viviendo en el Tercer Mundo, porque siento que aún las medidas para evitar una mayor propagación no son radicales.

Soy una paciente que utiliza medicamentos inmunosupresores, es decir, que debilitan mi sistema inmunológico porque este a su vez ataca mis articulaciones, las inflama y deforma. Soy una paciente con Artritis Reumatoide y tengo un sistema inmunológico débil que debo monitorear permanentemente y, sí, soy ese poco porcentaje de "jóvenes" o adultos contemporáneos que puede adquirir fácilmente este peligroso virus del cual aún no se tiene la cura.

Estar hoy en mi cuerpo no es fácil, y ni les cuento en mi cerebro, y sé que mi esposo siente lo mismo que yo, porque a él también le toca salir todos los días a trabajar, incluso jornadas más fuertes que las mías; y aunque él es mucho más fuerte, no está exento a, y lo que menos quiere es contagiarse y contagiarme. Pero, bueno, como me dijo hoy un "ciudadano" de este país, yo soy solo una refugiada, no puedo pretender el trato de un ciudadano, y no tengo derecho a opinar ni recibir beneficios de ningún tipo.

Así que para mi, aparentemente no hay respuestas de ningún tipo y solo me queda seguir, trabajar y rezar, rezar mucho porque este virus no me toque, no toque a ningún miembro de mi familia, y por sobre todas las cosas que no toque a ese "ciudadano".

Dios los bendiga y tengamos fe que la mente y las buenas y bonitas energías son mucho más sabias y sanadoras.




Fotografía: Leo2014
Por Niniveth Castro
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