El lunes 17 de marzo Altamira amaneció militarizada. Quitaron las barricadas y un grupo de personas vestidas de rojo, literalmente barrió y limpió la zona durante toda la mañana. En la plaza colocaron colchones inflables pese a que ningún niño los usaba. Alrededor solo había militares, protestas pacíficas y se respiraba un ambiente tenso.



Iba en mi carro y aproveché el tráfico para sacar una pancarta para confrontar a la GNB. Me hicieron detener. Me pidieron los papeles y abrir la maleta del carro para preguntar si mi planta de audio era material desestabilizador del gobierno. Tuve un diálogo inflexible y amargado con el GNB desde la ira. Nunca nos irrespetamos abiertamente, pero ninguno estaba dispuesto a ceder. En un punto él me dijo: “Tú no entiendes nada”. A lo que yo le respondí: “Tú tampoco".
Nos mirámos a los ojos, ninguno de los dos mentía, ambos decíamos la verdad. Una verdad. Ambos creíamos estar haciendo lo correcto.
Creo que para resolver este conflicto hay que entender al otro desde su verdad. Inspirada por protestas creativas que he visto estos días hice el siguiente ejercicio y quiero compartirlo.
El miércoles 19 de marzo fui al Bicentenario para hacer una cola de 3 horas al sol con el letrero: "Yo quiero vivir, no sobrevivir". No era una protesta en Altamira donde la mayoría te apoya, esta era una fila muy popular y militarizada. No fue fácil caminar sola hacia el final de la cola, comenzaron a gritarme “escuálida”, “obtusa”, “haz tu cola y cállate” y otros murmullos que no entendí.
En ese primer encuentro no mantuve contacto visual alguno, no quería intimidar ni molestar. A mi alrededor había buhoneros, cajeros, personas de clase media, mototaxistas, otros que viven en refugios y varios adeptos al gobierno radicales que estaban a la defensiva y esperaban una confrontación.

Dos personas me hicieron unos letreros que decían: “En Baruta no se hacen colas” y "En el Este no hay escasez". En este punto aclaro que ese Bicentenario está en el Este de Caracas. Así que si quería que mi protesta fuera eficaz tenía que permanecer callada, observar, entender y si era posible que cada uno reflexionara, que la situación hablara por si sola. Se burlaron de mí, continuaron provocándome, si recibía apoyo de los carros o me tomaban fotografías, la gente de la cola les decía “abusadores” y los insultaba.
Oí que los pobres siempre tenían que hacer cola para todo por ser pobres, que la cola era por el acaparamiento, que con la tarjeta del abastecimiento todo se iba a solucionar y el mismo discurso de culpar a todos menos al gobierno.
Algunos me apoyaron, incluso dos uniformados de FANB me miraron a los ojos y me asintieron. Personas de bajos recursos, cansadas, se salía de la cola y decía a todo gañote: "¡tú tienes razón chama!", "¡Eso es verdad! Esta mierda no es vida", "mi comandante no permitía esto" o “Esto es culpa del gobierno que perdió el control”. Otros pasaban y eran más tímidos y no me miraban a los ojos, pero leían el letrero, veían la larga fila detrás de mí y volvían la mirada al letrero con tristeza. Y así transcurrieron las 3 horas entre momentos bien álgidos y momentos calmados, soleados y aburridos.
Una vez que logramos entrar vi gente peleándose por los carritos y alimentos. Caos por todo el supermercado lleno de propaganda socialista. Casi todos los productos estaban racionados. Permanecí callada con mi letrero. Tomé dos paquetes de café con el rostro de Chávez. Hice otra cola para pagar. En eso "sacaron" el aceite, fue como una película de terror, la gente se empujaba y se los arrancaban de las manos, se gritaban e insultaban, algunos reían.

Una abuela se persignó. Algunos no iban a dejar su dignidad por un pote de aceite (el hilo musical era American pie de Madonna) otros aprovechaban para colearse. Alguien cantó en tono de burla: "¡viva la revolución! Les dan la comida como animales". Se acabó el aceite. Todo se calmó. Después de 4 tensas horas llegó mi turno para pagar.
Me despedí con una sonrisa de las señoras que tenía detrás que se hacían llamar escuálidas y vivían en Catia y le di los pollos que le saqué "de favor" con mi "cupo" al chavista desconocido que vivía en Los Dos caminos. Yo quiero vivir, no sobrevivir.
Por Usuario Público
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