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Un día en el Estadio Olímpico de Tokio 2020


La sede de la ceremonia de inauguración, clausura, y de las jornadas de fútbol y atletismo

Por Luza Medina González



“El que persevera vence”. Una frase que solemos escuchar cuando no logramos un trabajo, un sueño o hasta una visa.

Lo cierto es que nunca planifiqué vivir en Japón. Me gustaba mucho venir de turista, pero entendía los matices de ser extranjera en Japón. En Asia. A cientos de kilómetros de tu casa. Con tanto desconocimiento sobre tu cultura, idioma o país.

Llegué a Japón por circunstancias muy personales y con una excelente oportunidad estudiantil. Tengo mucho que agradecer. Mucho. Pero más que extrañar.

Ser parte de los Juegos Olímpicos más raros de la historia es de las oportunidades que consigues luego de intentar muchas veces.

Un día en el Estadio Olímpico puede comenzar a las 9:00 am. A esa hora observas decenas de japonesas en largas filas para tomarse una foto en los anillos olímpicos afuera del Estadio.

La temperatura es de 32 grados. Muchos usan paraguas, sombreros o cualquier material publicitario de Tokyo 2020 para protegerse de los inclementes rayos UV.

Llevo lentes, vestido y zapatos deportivos blancos. He decidido que hoy estaré lo más fresca y cómoda posible.

Compro una bebida en el combini (tienda de conveniencia) afuera del estadio. Un café frío es mi gran aliado en días de calor intenso y pocas horas de sueño.

Ingresar líquido es casi imposible. Debes tomar un poco de la bebida delante de los militares y la verdad prefiero evitar el contacto con ellos. Aunque son japoneses, claramente lo opuesto a los militares venezolanos, las malas experiencias en mi país me hacen prevenir.

En la entrada existe un punto de seguridad con detectores de metales y otro por el Covid-19. Lo primero que debes hacer es mostrar tu acreditación, colocar gel antibacterial en tus manos y automáticamente los japoneses al medir tu temperatura te sonríen y dejan pasar.

Luego debes escanear tu acreditación nuevamente en un lector que automáticamente también te hace un selfie. Después colocas tus pertenencias en la banda y pasas por el lector.

Al entrar ya sientes que atrapaste un súper Pokémon. Un día que le ganaste al Covid-19.


Pasado y presente.
El estadio Olímpico de Tokio fue creado en 1964 para los Juegos Olímpicos de la fecha. Fue reconstruido para esta cita. La sede es la protagonista de la ceremonia de inauguración, clausura, y de las jornadas de fútbol y atletismo.

Los japoneses invirtieron 10 años de planificación en este evento, pero nada salió como los manuales. Les toco enfrentar controversias de género, aplazarla un año por la pandemia y finalmente hacerla sin espectadores.

La falta de público es evidente. En un estadio con capacidad para 68.000 personas solo se puede ver caminar por sus tribunas a periodistas, voluntarios y staff organizador.

No se escucha “ganbare” (ánimo en japonés). Ni se respira olor a cerveza ni se ven abrazos de felicidad cuando tu país logra su objetivo.

El silencio puede ser aterrador para un atleta, aunque en Japón es una de las muestras de respeto más grandes que existen.

El silencio no es aliado ni de la ansiedad ni de las mentes agobiadas. Por ejemplo, la gimnasta Simone Biline decidió retirarse de la competencia para cuidar su salud mental. Esto nos debería hacer repensar en la presión que sienten los atletas. Algunos queremos que ganen y unan el país. Lo que ningún político puede hacer.

Durante las competiciones solo se escuchan “vamos” en distintos idiomas por los entrenadores y público involucrado asistente.

Los Juegos Olímpicos Tokyo 2020, en 2021 representan normalidad entre tanta rareza. Recorrer un gran estadio. Hablar con personas de todo el mundo y aprender de los japoneses la organización de uno de los eventos deportivos más importantes del mundo, pero recuerdo que estamos en pandemia y que no puedo quitarme el tapaboca. Cuidar tu salud es el único boleto para cumplir tus sueños.

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