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Crónica de un brasilero en Venezuela

Yo vivo en un país donde se ama y se odia. Y se ama y se odia entre todo y todos. Incluso yo amo todo y a todos; y odio todo y a todos. Y todos me odian. Pero, al mismo tiempo, todos me aman. Y aman.

Yo vivo en un país donde se compra y se saquea; donde se roba y se pelea. Pero mira esto: hay dinero, solo que no existe. Es paradójicamente triste.

Yo vivo en un país donde un viejo tiene derechos, pero no tiene; donde un joven tiene derechos , pero no tiene; donde tú tienes derechos, pero no tienes; donde yo tengo derechos, pero no tengo; donde todo y todos tienen derechos, pero no tienen. Aquí todo es derecho. Pero no lo es.

Yo vivo en un país donde se mata por matar. Y sigo viviendo en un país que se mata por matar. Y sigue matando. Y yo sigo viviendo. Tengo suerte. Aún escribo.

Yo vivo en un país de misses, un país de mierda, ¿pero qué mierda quise?, es todo la misma mierda. Aquí, allá, todo es la misma mierda. Solo que aquí es distinto: sentimos, sentimos el olor de la mierda y a la hora de limpiarla... Hey, espera!

Yo vivo en un país donde beber diez tanques de gasolina es más barato que tomar un litro de leche. Y leche de la mala, no la leche decente.

Yo vivo en un país de exiliados. Pero los exiliados no están aquí. Aquí están sus padres - exiliados de sus hijos exiliados-.

Yo vivo en un país donde el chisme vale más que la noticia; donde no hay pericia, y si hay, automáticamente, nadie confía.

Yo vivo en un país en el que aquellos que no se colean desfilan, pero desfilan como tontos, idiotas. Si uno aquí no es vivo, pila, uno es pasado para atrás. Y como a nadie le gusta quedarse atrás, uno entra en la ola - coleándose. Interesante: esto uno no lo ve; que cuando entra en la ola, cuando rompe la cola, uno está rompiendo el pecho del país y, así, su propio pecho.

Y ya que hablo en pecho, aquí enmiendo: yo vivo en el país de la pasión y, por eso, no huyo, no corro de aquí. Es como si ella, la pasión, fuera el principio, el medio y el fin de todo. Es por ella, la pasión, que se crea, se complica y se supera todo - lo que es mierda y lo que no es-. Es eso: somos enamorados y desenamorados vagando de pasión en pasión. Eso es ese país, eso es Venezuela. Y por eso amo todo y a todos; y por eso odio todo y a todos. Y por eso todos me odian. Por eso, al mismo tiempo, todos aquí me aman. Y aman bien. Aman y odian muy bien.



En portugués:

Eu vivo num país chamado Venezuela

Eu vivo num país onde se ama e se odeia. E se ama e se odeia entre tudo e todos. Eu, inclusive, amo tudo e todos; e odeio tudo e todos. E todos me odeiam. Mas, ao mesmo tempo, todos me amam. E amam.

Eu vivo num país onde se compra e se saqueia; onde se rouba e se peleia. Mas vê só: há dinheiro, só que não existe. É paradoxalmente triste.

Eu vivo num país onde um velho tem direitos, mas não tem; onde um jovem tem direitos, mas não tem; onde você tem direitos, mas não tem; onde eu tenho direitos, mas não tenho, onde tudo e todos têm direitos, mas não têm. Aqui tudo é direito. Mas não é.
Eu vivo num país onde se mata por matar. E sigo vivendo num país que se mata por matar. E segue matando. E eu sigo vivendo. Tenho sorte. Ainda escrevo.

Eu vivo num país de miss, num país de merda, mas que merda eu quis?, tudo é a mesma merda. Aqui, lá, tudo é a mesma merda. Só que aqui é diferente, a gente sente, sente o cheiro da merda e na hora de limpar... Ei, espera!

Eu vivo num país onde beber dez tanques de gasolina
é mais barato que tomar um litro de leite. E leite do ruim, não leite decente.

Eu vivo num país de exilados. Mas os exilados não estão aqui. Aqui estão seus pais - exilados de seus filhos exilados.

Eu vivo num país onde a fofoca vale mais que a notícia; onde não há perícia, e se há, automaticamente, ninguém confia.

Eu vivo num país onde quem não fura a fila desfila, mas desfila de bobo, otário. Se neguinho aqui não é vivo, esperto, neguinho é passado pra trás. E como nenhum neguinho gosta de ficar pra trás, neguinho entra na onda, entra na fila - furando. Interessante: isso neguinho não vê; que quando fura a fila, neguinho tá furando o peito do país e, de quebra, o próprio peito.
E já que falo em peito, aqui emendo: eu vivo no país da paixão e por isso mesmo não fujo, não corro daqui. É como se ela, a paixão, fosse o início, o meio e o fim de tudo. É por ela, a paixão, que se cria, se complica e se supera tudo - o que é merda e o que não é. É isso: somos apaixonados e desapaixonados vagando de paixão em paixão. Isso é esse país, isso é Venezuela. E por isso eu amo tudo e todos; e por isso eu odeio tudo e todos. E por isso todos me odeiam. Por isso, ao mesmo tempo, todos aqui me amam. E amam bem. Amam e odeiam muito bem.

Por Lucas Reis Gonçalves
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