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Beckham no quiere que Messi se entre a golpes

Beckham no quiere que Messi se entre a golpes


Messi ganó todo lo que disputó, pero todavía le queda magia. Tras años llenos de presión, llegó el momento de disfrutar un poco más de la vida fuera del campo, con la posibilidad de seguir compitiendo a un buen nivel y de agregarle una inesperada secuela a su leyenda.

Por Lizandro Samuel
Twitter: @LizandroSamuel


Photo by Joerg Hartmann / pexels.com

“Se va a Hollywood para ser estrella de cine”, dijo en ese entonces, de forma despectiva, Ramón Calderón, por esos años todavía presidente del Real Madrid. Se refería a David Beckham, el futbolista inglés que fue recibido en Los Ángeles, la ciudad de su nuevo equipo, por Tom Cruise y Katie Holmes. A su fiesta de bienvenida en el Museo de Arte Contemporáneo asistieron Oprah, Jim Carrey y George Clooney.

Un poco de contexto: era 2007, David Beckham se fue del Real Madrid y –aún en plena forma competitiva– fichó por LA Galaxy, de la MLS. Parte del cebo con el que lo atrajeron fue la posibilidad de, tras su retiro, fundar una franquicia en una liga que estaba en crecimiento.

De Beckham muchos periodistas hablaron siempre con sospecha: parecía, insinuaban, que en la cancha más que jugar actuaba para un comercial. En verdad no estaba a la altura de quienes peleaban por entrar al Olimpo –dígase Roberto Carlos, Ronaldo, Zidane o Maldini–, pero era una estrella con los galones bien ganados. Por eso sorprendió que fuese a una liga cuyo nivel distaba mucho del de los campos europeos.

En la MLS, figuras menos rutilantes como Jorge El Zurdo Rojas, Guillermo Barros Schelotto o Cuauhtémoc Blanco parecían Maradona cada vez que tocaban un balón. Se suponía que Beckham, entonces, iba a reventar la liga. Pero dos años después de su llegada, los aficionados colgaban pancartas en el estadio que decían que era un fraude, lo pitaban cada vez que tocaba la pelota y estuvo a punto de entrarse a puñetazos con hinchas inconformes. Landon Donovan, estrella del equipo, lo acusó de ser un mal compañero y de tener cero compromiso. Beckham no quería seguir en la MLS. Cada vez que podía, se iba a préstamo a Europa durante los parones de la liga. Sin embargo, LA Galaxy lo obligó a cumplir su contrato.

Dieciséis años después se convierte en uno de los principales artífices para el fichaje de Lionel Andrés Messi Cuccitini, el mejor futbolista de todos los tiempos.

Aterrizó un platillo volador en Miami


“Yo jamás había vivido algo así, bro. Una persona tan influyente para tanta gente de una población. Miami está volcada con Lionel Messi”, me dijo Juan Carlos Guerrero García, amigo y periodista, que ha cubierto la llegada del argentino a Estados Unidos. “Las calles están volcadas, la cantidad de franelas, la cantidad de mercancía, la cantidad de publicidades, las paradas de buses en la ciudad, vallas publicitarias, la algarabía en el estadio: el sofoque de la gente para poder ir al estadio; el lamento de las personas con los precios de las entradas, cuando hace un mes ni le paraban bolas al Inter Miami”.

Una galería de fotos de El País dejó constancia del entusiasmo. En uno de los muros del restaurante Kao Bar & Grill, en Hallandale Beach, se pintó el rostro de Messi con la frase: “¡Andá pa’ allá, bobo!”. En el barrio de Wynwood se han hecho varios murales gigantes, algunos elaborados por artistas venezolanos. La cervecería artesanal Pals Brewing Co. elaboró una cerveza en honor al argentino, bautizada GOAT 10. En solo horas, se agotó el primer lote.

“Yo que consigo franelas para venderlas, te lo digo: me han pedido muchas. En Hard Rock Café [que tiene acuerdos comerciales con el futbolista] abrieron una vaina que se llama Messi Chicken Sandwich. Esta semana pasé por varias cafeterías, y en tres de las que paré vi gente promocionando sándwich de la misma cafetería pero con el nombre de Messi. Esto es increíble”, me contó Juan.

En menos de 24 horas el Inter Miami ganó más de cinco millones de seguidores en Instagram. Mientras escribo esto, está por llegar a los 13. Asimismo, apenas Lio aterrizó en la ciudad, medios de todo el mundo reseñaron que fue a un supermercado en familia para abastecerse. Según analizó el marketero John Da Silva, esto fue en realidad una movida de marketing de la cadena Publix, que patrocina al Inter Miami.

Estados Unidos es un país en el que el fútbol (el soccer, como lo llaman) despierta un interés rentable. Millones de personas le prestan atención a los grandes clubes europeos, que desde hace un par de años disfrutan de ir a hacer pretemporada allá y llenar estadios. Las competencias domésticas son muy seguidas, aunque están lejos de tener la atención que despiertan el baloncesto, béisbol, fútbol americano y hockey.

Primero con la llegada de Pelé en 1975 y años más tarde con la de Beckham, millones de niños se volcaron a las canchas, los anunciantes decidieron invertir, subió la demanda de entradas y la audiencia por televisión. Si algo saben hacer los estadounidenses es negocios. Cuando Beckham llegó a Estados Unidos había 13 equipos. Hoy día hay 29 más uno que se incorporará en un futuro. Las franquicias no tienen deudas, acumulan afición, invierten en estructura: hay un crecimiento sostenido. Jorge Mas, copropietario del Inter Miami, dijo que uno de sus objetivos es que la liga sea lo que representa para muchas futuras estrellas el fútbol portugués: el escalón previo a aterrizar en una de las tres mejores ligas del mundo.

En las dos temporadas que estuvo Messi en Francia, el PSG ganó 10 sponsors y 15 millones de seguidores en sus redes sociales. Justo en lo que se anunció su salida, perdió dos millones en 48 horas. Es parte del efecto que produce el argentino. Sin embargo, a París llegó para completar un súper equipo al que le sobró talonario y le faltó administración deportiva; pese a lo invertido, no ganaron la Champions ni han representado, futbolísticamente hablando, una innovación en el panorama mundial. En sus últimos partidos, Messi fue pitado por los fanáticos más radicales.

Cuando triunfó en Barcelona, marcó un antes y un después en la historia del fútbol. Ganar el Mundial con Argentina significó bajar la santamaría y poner el candado a su leyenda: ni siquiera los más escépticos podrían, ahora, cuestionar su supremacía en el Olimpo. En Francia, no obstante, cumplió con su trabajo sin dejar un recuerdo memorable. Ahora, en su última parada profesional, ya lejos de la potencia que llegó a tener en los años en los que ganó cuatro Champions, puede dar una última estocada siendo el símbolo definitivo del crecimiento de la MLS: el rostro que termine de llevar la liga a otro nivel.

Desde Shakira hasta Messi: el nuevo glamour tiene acento latino


“El sur de Florida en los últimos años se ha vuelto demasiado caro. Yo creo que quieren convertirlo en una especie de Dubái, pareciera que existe una campaña para transformarlo en un lugar de turismo high end y de vida high end, pero ahí no se gana dinero como para vivir en Dubái”, me cuenta Elio Casale, escritor, periodista, creativo y cofundador de Chigüire Bipolar, que vivió durante más de diez años y hasta hace poco en Miami.

Las leyendas deportivas no solo dependen de sus logros profesionales para abrillantar su imagen, sino del contexto en el que estos ocurren. La grandeza de Diego Maradona tiene mucho que ver con el hecho de haber ganado el Mundial luego de la Guerra de las Malvinas, así como de la dictadura y del juicio de 1985 contra los militares que torturaban a los ciudadanos. La gloria de Michael Jordan fuese muchísimo más pequeña de no haber coincidido con el resurgimiento de la NBA y el crecimiento de Nike.

Messi hizo su leyenda en la capital del arte hispano y en un equipo que siempre se consideró “más que un club”; por ende, se le trató como una obra de arte, una atracción más en una Barcelona moderna que atrae a intelectuales y artistas top. Allá estuvo cerca de regresar tras su paso por Francia, mientras sopesaba una oferta de un equipo de Arabia Saudí, país famoso por sus violaciones de derechos humanos y del que es embajador en imagen. En vez de eso, tomó una decisión en beneficio de la calidad de vida familiar y se mudó a Miami.

“Yo creo que también influye [como obstáculo para un desarrollo más acelerado del fútbol profesional] el tema de la formación de jugadores: no es que sea mala, pero acá hay un sistema en las canteras que es el pay to play, pagar para jugar. Si eres un fichaje de afuera, unwevo pelado, pues te traen y listo. Pero cuando vives acá en Miami, y eres hijo de latinos y no eres americano, se hace muy difícil acceder a ese sistema: porque no tienes papeles, no tienes la ciudadanía o no tienes la residencia. Eso yo creo que entorpece la formación de jugadores al haber un mix, una mezcla tan increíble de nacionalidades entre europeos, latinoamericanos, asiáticos, americanos… hay tanta gente acá que es imposible no tener la base para sacar muy buenos futbolistas de todo ese tipo de nacionalidades, pero el sistema priva a muchos no residentes o no americanos de poder entrar a la estructura”, me explica Juan Carlos (Juank, para los panas).

Basta con pensar que para volver a ser campeona del mundo Alemania tuvo que integrar en su sistema formativo a los hijos de inmigrantes africanos y –sobre todo– asiáticos; que la Francia súper potencia que da espectáculos desde 1998 no se entiende sin la mezcla cultural. Por todo eso, a priori, la llegada de Messi, un argentino que se formó en España y cuyos hijos son catalanes, podría resultar inspiradora para la cultura de Florida. Pero, ¿lo sabrá capitalizar el país?

Martín Caparrós dice que Miami es la capital de Latinoamérica. En la novela Bloody Miami, del gran Tom Wolfe, una mujer de ascendencia cubana discute en la calle con una xenófoba que considera que todos los que llegan a la ciudad deberían hablar inglés: “Esto no es Estados Unidos, es Miami”, responde la cubana-americana.

Andrés Oppenheimer, editor para Latinoamérica y columnista de The Miami Herald, publicó una suerte de carta de bienvenida a su coterráneo Lionel Messi, en la que le explicó: “Miami es una isla de modernidad que lucha por mantener su dinamismo en un estado regido por un gobernador republicano de extrema derecha llamado Ron DeSantis, que quiere convertirlo en un principado medieval. DeSantis recientemente aprobó leyes antiinmigrantes, homofóbicas, racistas, antiaborto, antiambientales y a favor de que todos puedan portar armas sin permisos especiales”.

Cuando le pregunté a Elio por esto, me dijo: “Cuando uno tiene chamos en escuela aquí en Estados Unidos es inevitable pensar en todo el problema que hay con el tema de las armas, y es súper chimbo que cada vez que dejes a tu hijo en el colegio sea ese el pensamiento que te pasa por la cabeza. Yo sé que estadísticamente es algo poco probable que ocurra [una masacre por armas de fuego], por estadística, pero pasa (…). Este nuevo gobernador que hay en Florida, Ron DeSantis, es bastante obvio que está usando la gobernación para llegar a la Casa Blanca; y está tratando de ganarse los votos de los republicanos más duros, siendo más trumpista que Trump. Entonces él, desde que tomó la gobernación, ha sido muy vocal con este tema de la agenda anti woke, y tratar de convertir a Florida en un santuario contra las políticas progresistas”.

Recuerda Andrés Oppenheimer en su carta a Messi que el gobernador de Florida firmó una ley estatal a la que llamó, con orgullo, “la ley contra la inmigración ilegal más fuerte del país”. Por lo que, le cuenta a su coterráneo, “los hospitales de Florida tendrán que preguntar a los inmigrantes indocumentados que lleguen a la sala de emergencias sobre su estatus legal”. Además, en alusión al tema de las armas, le advierte: “Así que ten cuidado con involucrarte en cualquier pelea de tráfico, Lionel. Cualquier extraño puede estar armado aquí, como en el Lejano Oeste”.

El español está de moda. El auge del reguetón y del trap han hecho que el mundo cante en un mismo idioma. Otros ídolos de multitudes, como el propio Messi, han colaborado en el reverdecimiento de la cultura hispanoamericana. Shakira también se mudó hace poco a Miami. La ciudad puede resignificar el famoso sueño del pibe por el sueño del latino. “Así como es costosa –opinó Juank– hay muchas oportunidades: infinitas oportunidades. ¿Cuándo me imaginaba yo que iba a hacer todo lo que estoy haciendo ahorita? Nunca. ¿Cómo es la vida aquí? Como tú la quieras tener, pero tienes que echarle bolas: ser un esclavo. En algún momento te tocará dejar de serlo, pero tienes que ser inteligente”.

La pregunta es qué tan inteligentes serán los actores de poder en la ciudad para que el fenómeno Messi no se quede en lo deportivo o económico, sino que signifique una verdadera transformación cultural que impulse a largo plazo la penetración del fútbol. O del soccer, perdón.

¿Qué gana Messi?


En Asia se está buscando mucho soft power a través del fútbol: China, Qatar y Arabia Saudita son tres ejemplos. Este último país anda de compras por Europa, seduciendo a grandes figuras. Luego de la llegada de Cristiano Ronaldo, ahora son varios cracks en la treintena que han decidido acabar su carrera por esos lares, pese a que mudarse allá puede ser un problema.

Lionel Messi era un tipo de imagen pública aburrida, que resultaba anodino fuera de la cancha y que dentro era una pesadilla para los rivales. Luego de casarse y ser papá, sus asesores de marketing al fin encontraron cómo hacerlo más mercadeable: lo muestran como el hombre que ha formado una familia modelo La pequeña casa en la pradera junto a su adoradísima –guapísima, impoluta, atenta, compresiva y demás adjetivos por el estilo– esposa. La última estocada para potenciar esta imagen fue llegar a Estados Unidos.

Hasta hace unos diez años, los futbolistas parecían imponer el destino a sus familias. Una vez un jugador de la Vinotinto declaró que ese era el deber de la esposa: acompañar al jugador adonde fuera. El mundo occidental hoy, por fortuna, tiene valores distintos. Por mucho que se pague en Arabia Saudita, tendrán que ir para allá los solteros o quienes tengan parejas dispuestas a vivir en circunstancias restrictivas.

Aunado a eso, por mucho que se esté invirtiendo en futbolistas, el crecimiento de un país demanda mucho cerebro y talento organizacional, además de verse influido por el nivel de sus vecinos. En ese sentido, Arabia parte en cierta desventaja con Estados Unidos. De la MLS a la que llegó Beckham a esta hay un gran trecho.

Luego del inglés, arribaron figuras de todo tipo. Rafa Márquez, Zlatan Ibrahimović y Wayne Rooney embelesaron a los aficionados; mientras que Thierry Henry, Andrea Pirlo, Gareth Bale y otros tantos tuvieron un último tramo de carrera con todas las bondades de lo que implica vivir en un país como Estados Unidos. La MLS actual probablemente solo sea superada en el continente por Argentina, Brasil y México. Eso en términos de calidad futbolística, porque en organización, finanzas y proyección es muy superior.

¿Qué necesita para ser la dominadora absoluta de América? Lo curioso es que una de las cosas que ha evitado un estallido más veloz es justo lo que ha garantizado su sostenibilidad: las restricciones financiaras. Por ejemplo, las franquicias tienen tope salarial. El lado positivo es que, como pasa en Venezuela y tantos países del mundo, no aparecerá un millonario a gastar sus ahorros durante un año para construir un equipo campeón que dos temporadas luego desaparecerá. El lado negativo es que –lo sabe Florentino Pérez y lo saben en la Premier League– en este negocio para ser el mejor hay que invertir en consecuencia.

La llegada de Messi, Busquets y Jordi Alba parece representar una suerte de flexibilización al respecto: la MLS entera luce dispuesta a que el Inter Miami haga lo necesario para subir el atractivo de la competición, desde una ciudad llena de extranjeros oriundos de países futboleros. Parece mentira que hace alrededor de 30 años había analistas que temían por el cierre de la NBA. ¿Cuánto tiempo le puede llevar a Estados Unidos hacer una competición tan atractiva en fútbol? Quizá nunca lo logre, pero puede ir alterando el orden de las fuerzas: los clubes brasileños y argentinos hace rato que dejaron de ser rivales dignos para los ganadores de la Champions en el Mundial de Clubes. ¿Veremos equipos de la MLS con capacidad de perder dignamente (o hasta de dar un batacazo) contra el Manchester City o el Real Madrid?

Lionel llegó a una ciudad en la que su esposa y sus hijos podrán disfrutar de múltiples beneficios, él mismo se encuentra ahora cerca del Kun Agüero (uno de sus mejores amigos) y vuelve a compartir vestuario con dos ex compañeros del Barcelona con quienes vivió sus mejores años. Además, está en el mismo huso horario que su Argentina natal, vive más cerca de su familia, se acabaron los viajes de más de 12 horas para jugar con la selección y de ñapa se empieza a adaptar a la vida del país que organizará la próxima Copa América y –junto con México y Canadá– el próximo Mundial.

Ganó todo lo que disputó, pero todavía le queda magia. Tras años llenos de presión –el repudio en Argentina, las tensiones en Barcelona, el presidente culé que le pagó a la prensa para que hablaran mal de él y Piqué en los medios, los pitidos en Francia–, llegó el momento de disfrutar un poco más de la vida fuera del campo, con la posibilidad de seguir compitiendo a un buen nivel y de agregarle una inesperada secuela a su leyenda.

Porque, eso sí, obtener títulos en Estados Unidos es cualquier cosa menos sencilla. La liga tiene mucha paridad, los aficionados –que hoy son todo amor– son exigentes, las barras han copiado la intensidad sudamericana sin llegar a la violencia y los rivales cuentan con buenos jugadores. El Inter Miami pareciera estarse armando para hacer historia, pues aparte de los fichajes que ha hecho ya cuenta en su plantilla con Josef Martínez, una de las estrellas de la MLS; y trajo a un DT como el Tata Martino, que conoce y ganó la liga.

Con 36 años, lo más responsable que podía hacer Messi es lo que hizo: tomar una decisión pensando en qué hará tras el retiro. Siempre bromeé con mis amigos sobre que me preocupaba el futuro de un crack que parecía solo existir para patear un balón. Sin duda, entre el chico imparable que dominó el mundo a principios de la década pasada y este que apenas corre sin balón pero que sigue siendo determinante hay una diferencia no solo en el declive físico, sino también en la madurez humana que exhibe. ¿El siguiente paso, tras colgar los tacos, será invertir en una franquicia norteamericana?

Luego de sus problemáticos primeros años, Beckham se reconcilió con sus compañeros, se tomó más en serio la liga y al final logró un par de títulos con LA Galaxy. Después, ya retirado y dispuesto a invertir, se dio cuento de que su dinero y su encanto eran insuficientes para abrir puertas administrativas en el país que marca la pauta en los negocios: se asoció, entonces, con Jorge Mas, uno de los empresarios más poderosos de Miami. Este par de socios esperan que el tránsito de Lionel por el torneo sea mucho más glorioso que el del exfutbolista inglés, quien declaró hace nada que contratar al 10 argentino lo emocionó tanto como cuando Old Trafford coreaba su nombre.

Hoy nadie se imagina a los aficionados ofreciéndole golpes a Messi o pitándolo. Pero tampoco nadie se lo imaginó cuando llegó a París. David y Lionel, exjugadores del Real Madrid y del Barcelona respectivamente, pueden ser dos nombres inolvidables para la historia deportiva de un país que venera a Michael Jordan y recuerda a Babe Ruth.


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