Carta al Cáncer
Yo no soy quién para determinar lo que está bien o está mal en esta vida. Solo soy una hija que le tuvo que decir adiós a su papá por teléfono, que no pudo verlo para despedirse físicamente.
Por Katherine C. Lemus S.
Twitter: @keylemus
¡Hola! No sé cómo dirigirme a ti, no sé si he venido a ponerte un reclamo con exactitud o si acaso tendrás tiempo de leer esta carta, porque seguramente estás saboteando la vida de muchas personas en este instante como llevas años haciéndolo.
En mi caso me has quitado un par de personas importantes para mí, pero recientemente te llevaste a alguien que hasta el último minuto quería vivir, a quien nunca vi tirar la toalla, que luchó mucho desde una cama y... digan lo que digan, pero no es justo y punto. Porque, señor Cáncer, qué injusticia más grande rogar por la vida cuando ya no hay nada qué hacer, porque así usted lo quiso, porque simplemente decidió visitar nuevamente las células de esa persona y en esta oportunidad más agresivamente. Discúlpeme, pero me seguirá pareciendo injusto... Porque el dolor que queda nadie lo borra, porque usted incluyó en una lista a mi papá, sí, como muchos otros que también han pasado por esto.
Repito: no sé si sea una queja o no, pero ojalá pudiera llevarlo a juicio, ojalá pudiera condenarlo y dejarlo atrapado tras las rejas para que no pueda llevarse más vidas a su libre albedrío.
Mi papá la primera vez le tuvo miedo, lo sé, lo sentí, lo viví con él. En esta segunda oportunidad solo podía oírlo con mucha valentía desde un teléfono a cuatro mil kilómetros de distancia. Y, nuevamente disculpe, señor cáncer, pero usted no debería existir, me encantaría transformarlo en una especie de energía renovadora dentro del cuerpo y no en la destrucción sin tregua que en algunos casos es.
Yo no soy quién para determinar lo que está bien o está mal en esta vida. Solo soy una hija que le tuvo que decir adiós a su papá por teléfono, que no pudo verlo para despedirse físicamente y que tengo toda la certeza del planeta de que mi papá lo que menos quería era irse . Él me quería decir algo antes de su partida ¿y cree usted que hubo tiempo? Pues no... Una tarde simplemente dejó de estar y no alcancé a saber qué me quería contar.
Ojalá, señor cáncer, deje simplemente de llevarse vidas. Ojalá, señor cáncer, entienda la agonía que vivimos los familiares de alguien a quien usted visita antes, durante y después de un deceso por su presencia. Ojalá, señor cáncer, que en algún momento usted deje de existir y se transforme en algo mejor, que le sume al mundo, sin embargo será demasiado tarde, al menos para mí, porque nada me devolverá de nuevo ver a mi padre sonreír...