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Cuarenta años del Grupo Actoral 80 

Héctor Manrique: “Estos 40 años han valido la pena”


El Grupo Actoral 80, compañía teatral que dirige el actor venezolano, celebra este 2023 cuatro décadas de trayectoria. Fundada por el creador argentino Juan Carlos Gené, es referencia dentro y fuera del país. A pesar de haber atravesado momentos complejos como la eliminación de los subsidios estatales, el desalojo de su sede y la migración de varios de sus integrantes, la agrupación continúa su trabajo año tras año, “con mucha pasión, mucho ahínco y con muchas ganas”.



Por María Angelina Castillo
Twitter: @macborgo


El modo de hacer del Grupo Actoral 80 siempre ha tenido al actor como pieza esencial, como centro de todo movimiento de investigación, creación, expresión escénica. El grupo fue creado hace 40 años por el argentino Juan Carlos Gené junto a otros cuatro artistas procedentes de Chile, Bolivia y Venezuela. Nació como la agrupación oficial del Centro Latinoamericano de Investigación y Creación Teatral.

En 1984 pasa a formar parte de sus filas el entonces joven actor Héctor Manrique, quien es ahora no solo su director, sino que es también el representante de Venezuela ante el CELCIT.

Han sido décadas complejas, aunque también satisfactorias, para una compañía que, como a muchas otras, le ha tocado sobrevivir en un contexto cultural adverso, marcado por la falta de apoyo económico, la escasez de salas, la inexistencia de una industria y de políticas culturales estatales que generen las condiciones necesarias para el fortalecimiento y crecimiento de la disciplina en Venezuela.

En medio de las funciones de Acto cultural, pieza escrita por José Ignacio Cabrujas que forma parte fundamental del repertorio del GA80, Manrique responde estas preguntas que buscan indagar en la historia de una de las agrupaciones más longevas de Caracas que aún permanece activa.



¿Cómo surge el Grupo Actoral 80 y cuál era la premisa artística que se planteó entonces?

Surge de la necesidad que tenían en aquel momento un grupo de personas de continuar formándose y seguir haciendo un trabajo a nivel creativo alrededor del maestro argentino Juan Carlos Gené. El grupo se llama Grupo Actoral 80 porque en el año 1980 es que Gené da su primer taller de formación de actores en Venezuela, en la ciudad de Caracas.

Participó muchísima gente, pero hubo un grupo en particular que volvió los dos años siguientes. Ellos le pedían al maestro que siguiera ese proceso de indagación creativa.

Esto llevó a montar dos espectáculos, que no eran del GA80, sino del Taller de Formación del CELCIT. Ya para 1983 había en ese grupo una vocación de estar y hacer juntos, entonces decidieron ponerle nombre a la compañía. La premisa fundamental era entender al actor como pieza esencial de la creación teatral, el actor como un ente creador que se propone no solamente ser intérprete sino que quiere hacer.



¿Cómo es la relación actual del Grupo Actoral 80 con el CELCIT?

En aquel momento era el grupo oficial del CELCIT, y de alguna u otra manera sigue siéndolo. La compañía sigue estando unida a esas personas esenciales del CELCIT que todavía viven, que son Luis Molina López que está en Almagro, Elena Chapo Snick que también está con él allá y que siguen trabajando desde España, desde Argentina y desde otras partes de América como Costa Rica y Estados Unidos. Pero había un acento latinoamericano importante en la fundación del GA80. Y digo esto porque en el núcleo que formó la compañía estaban dos argentinos: Juan Carlos Gené y Ricardo Lombardi, además de los venezolanos Alex Hernández, Fermín Reina, Chela Atencio; una chilena que era Verónica Oddó y un boliviano que era Carlos Cordero. Al grupo no le interesaba tener ni buscar el acento neutro, cosa que ahora hacen mucho los actores. Uno lo ve sobre todo en la industria de la telenovela. La idea era que cada uno le aportara su personalidad, el acento que cada quien hablaba en su país. Uno veía las obras que montaban y oías los matices de voz y de cultura. Era una forma de mirar la unión latinoamericana a partir del escenario, del teatro. Al grupo han pertenecido y dado un aporte extraordinario una enorme cantidad de actores.


¿Cómo fueron los primeros pasos de la agrupación? ¿Y cómo se insertaban el contexto teatral en la ciudad?

Los primeros pasos del grupo fueron sobre el escenario, que es donde un grupo de teatro debe dar sus pasos fundamentalmente. En 1983 yo no estuve en el núcleo fundador, pero ya yo trabajaba ayudando, porque había sido asistente de dirección en dos espectáculos, que fueron Variaciones Wolf, que es una versión que hace Juan Carlos Gené de la obra Niña madre del dramaturgo chileno Egon Wolf; y Pedazos, que es una obra que se estrena dentro del marco del Festival Nacional de Teatro, escrita por Ricardo Lombardi.

Y fue en el segundo año de funcionamiento que estrenamos el que sería, sin duda, una pieza que posicionó al grupo en la escena nacional e internacional que fue Golpes a mi puerta, de Juan Carlos Gené. Recibió premios y con ella giramos por Argentina, Uruguay y España. También llevamos Ardiente paciencia, la obra de Antonio Skármeta, de la que se hizo después la película Il Postino. Nuestra forma de insertarnos en el contexto teatral venezolano era, por un lado, sobre el escenario, creando espectáculos; y por el otro con nuestros talleres de formación.



¿Cómo afectó a la compañía el desalojo de la sede en Parque Central y cómo se han adaptado al nuevo espacio en Baruta?

Nos afectó de distintas maneras. Era un espacio que nosotros habíamos creado, era un espacio que le habíamos robado a los carros porque era un estacionamiento y en él habíamos creado una sala teatral, una sala que era una sala referencial del teatro caraqueño y venezolano, porque no solamente nos presentábamos nosotros, sino que era una sala abierta para la presentación de otros grupos. Yo te podría decir que incluso, a manera de anécdota, recuerdo que el Ricardo III que montó el grupo Centro TET estuvo allí. Ahí lo vio el maestro José Antonio Abreu, cuando todavía no era ministro, y quedó tan impactado que los invitó a que tomaran la sala que está en el sótano de la iglesia San Pedro, donde actualmente está su sede.

Además, nuestra sala en Parque Central era un espacio abierto desde el punto de vista pedagógico para otros grupos. Y allí estaba la historia del GA80: sus vestuarios, su escenografía, la inversión no solo económica sino el esfuerzo de muchos creadores: pintores, diseñadores… mucho de ese material, lamentablemente, tuvimos que regalarlo.

Hay en ello una mutilación de todo lo que podría ser la historia física de un grupo de teatro. Porque, si bien todo muere en el escenario una vez termina una función, todos esos elementos que son hechos con rigor dan forma al amor y la expresión creativa de una compañía. Eso nos afectó mucho porque quedamos en un limbo por un tiempo, sin un espacio donde trabajar.

En aquel momento, la directiva del Ateneo de Caracas fue generosa porque allí pudimos ensayar algunos espectáculos. Nosotros nunca paramos de trabajar. El Trasnocho Cultural también nos acogió y nos recibió para la representación de nuestras obras. Pero sin duda fue un momento duro. Y viendo ahora hacia adelante, este espacio que tenemos ahorita gracias a la generosidad de la alcaldía de Baruta digo que es casi milagroso que un grupo de teatro, en la actual Venezuela, que además fue agredido desde el Estado quitándonos el presupuesto y luego la sala de teatro, pueda decir que todos los años seguimos trabajando con mucha pasión, mucho ahínco y con muchas ganas.


¿Cómo ha sido la evolución artística del GA 80? ¿Cómo ha incidido la migración de años recientes?

Yo creo que la evolución del grupo, como todo hecho humano, tiene momentos más potentes, momentos más reflexivos, momentos más complicados; pero yo me siento muy orgulloso de haber hecho el camino completo y de que seguimos haciendo sobre el escenario.

Hace varios fines de semana, veía el montaje Acto cultural, veía a este grupo de personas con las que tenemos tantos años trabajando, jóvenes y no tan jóvenes, y creo que vale la pena. Que todo ha valido la pena. Creo que seguimos teniendo como esencia al actor. Por supuesto, la migración ha sido muy compleja para el grupo. Una compañía de teatro no escapa a la realidad, sino todo lo contrario: está inmersa en ella y el hecho de que actores tan potentes, tan creativos, tan comprometidos con el grupo como, por nombrar algunos, aunque podría nombrar muchísimos, Marta Estrada, Iván Tamayo o Basilio Álvarez, ya no estén en el país por supuesto que nos ha afectado. En el sentido estrictamente creativo de inventarnos espectáculos a partir del potencial de esas personas.

También nos ha afectado con obras que tenemos en repertorio, y que esperamos volver a hacer. Ese dolor y ese desgarro, yo sospecho, están en algunos momentos sobre el escenario, cuando aparece la necesidad del grupo de montar una obra como Fresa y chocolate. Es un dolor que viene de esas fracturas. Entonces en ese sentido el grupo ha sido como el país mismo: víctima de la migración. Aunque también espero que esto nos permita retroalimentarnos y que esas personas puedan venir, o vengan otras, y con la experiencia adquirida aporten al crecimiento del grupo.


¿Cuál es la principal enseñanza que le dejó Juan Carlos Gené?

Yo no podría hablar de una enseñanza, y te lo digo desde un ámbito muy personal. Gené me dio una manera de ver el oficio, de comprometerme con él. Fueron 13 años trabajando prácticamente a diario, muchas horas al día. Fue una época muy intensa del Grupo Actoral 80, donde uno llegaba a montar hasta tres espectáculos al año. Entonces trabajaba en las mañanas, en las tardes, en las noches. En mi caso, es una formación que yo llamo a veces renacentista, de ver cómo agarraba el martillo, cómo agarraba el cincel y esculpía la piedra. Podríamos hablar del rigor, el compromiso, el respeto, el amor. El entendimiento del actor como un acto de fe en su potencial para la creación del teatro; como la luz de una vela pequeñita que puede iluminar y dar consuelo al alma de quienes se acercan a ver las obras. Todo esto es parte de sus enseñanzas. Para mí estos 40 años han valido la pena.



Imágenes cortesía de Grupo Actoral 80

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