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Mujer creadora: hacer desde el cuerpo y con el otro


Desde la cultura podemos fomentar el reconocimiento por la lucha histórica de las mujeres. Aprender a establecer redes colaborativas, redes solidarias.

Por María Angelina Castillo
Twitter: @macborgo



No se trata solo de crear arte; la labor pasa también por fomentar espacios en los que otros puedan construir, hacer cultura como una vía hacia la transformación del ser y, finalmente, de la sociedad. Por eso, en este mes de la mujer, un grupo de creadoras reflexiona en torno a su oficio y a las plataformas que impulsan a diario para que otras mujeres, niños y jóvenes encuentren y defiendan su voz. Aquí los testimonios de la cantante Andrea Paola Márquez, la gestora cultural Diajanida Hernández, la curadora de arte Lorena González Inneco, la bailarina Fabiola Zérega y la directora teatral Sara Valero Zelwer.


Andrea Paola Márquez

Cantante, profesora de música. Directora y cofundadora de Mi Juguete es Canción

Mi Juguete es Canción es una iniciativa social que cumple 9 años, y que en 2022 ganó el tercer lugar en la categoría Social del Concurso IDEAS y el Premio Jóvenes Emprendedores del Banco Mercantil. Nuestro objetivo es contribuir activamente en la formación de ciudadanos que creen, que crean, y lo hacemos a través de las prácticas artísticas. Tenemos un elenco que en la actualidad alcanza los 58 beneficiarios, más de la mitad del grupo proviene de comunidades populares de Caracas y esto le ha dado a nuestro proyecto unas características muy particulares.

La edad de los participantes va de los 5 a los 33 años, de lo cuales el 65% son mujeres. Somos un proyecto que, no solo desde el punto de vista artístico sino también social, entiende los retos que tenemos por delante en materia de empoderamiento femenino, de fomento de la propia voz en mujeres y hombres, niños y niñas por igual. Porque considero que la construcción de un país con mayor consciencia de género, donde las mujeres tengamos equidad de participación con los varones, también requiere una educación para ellas y para ellos en igual medida, requiere amor, respeto, desarrollo de la voz propia, de la creatividad, del reconocimiento del trabajo en equipo, de la empatía.

Cuando nuestro primer grupo, el grupo fundador del proyecto, llegó a la adolescencia, nosotros arrancamos la línea Todas las Flores, que se orienta a la prevención del embarazo adolescente a través del arte. Promovemos en nuestras jóvenes la conciencia de todo lo que contribuye el proceso artístico en sus vidas y cómo esto puede ser determinante en el futuro. Fomentamos el proyecto de vida y también apuntamos a nuevas visiones de la masculinidad; una masculinidad más sensible, deslastrada de esas visiones más convencionales que no les permiten expresar muchas cosas.

El arte es un espacio maravilloso para ese descubrimiento. Es darles este cúmulo de herramientas a través de la música tradicional, porque partimos del hecho de la identidad como destino: que estas muchachas crezcan de alguna manera abrazadas a su origen. No queremos tapar el sol con un dedo, pero sí queremos que encuentren en su historia referentes positivos que les inspiren, que hallen elementos donde se sientan felices, donde se reconozcan. El proceso hasta ahora ha sido muy satisfactorio. Cuando tienes a tu cargo un elenco femenino, el trabajo también debe apuntar a que estén en un espacio seguro, en equidad de condiciones con sus compañeros, de disfrute, de desarrollo, donde se salvaguarde su derecho a la educación y donde se les brinde un paquete de herramientas que las vuelva luego unas transformadoras de sus realidades.



Diajanida Hernández

Profesora en la Escuela de Letras de la Universidad Central de Venezuela. Gerente general de la Fundación para la Cultura Urbana

Todos sabemos las dificultades que enfrentamos los profesores, los maestros, y en general los empleados públicos en este país. Las condiciones son muy duras, muy injustas. Ante ese escenario, uno tiene que plantearse cuáles son las otras razones para seguir dando clases. En mi caso está el tema de vocación, el disfrute de dar clases, del ambiente universitario, del encuentro con los alumnos, con los colegas. Por otro lado, lo hago porque creo en la Universidad como un espacio no solamente de formación sino de diversidad, del encuentro con el otro y con lo otro, un espacio para el disenso, para el cuestionamiento, para la discusión, para transformarse, para aprender, para cambiar y para crecer. Obviamente uno tiene que estar dispuesto a que eso te permee. Y creo que es un espacio desde donde se pueden generar cambios.

En cuanto a la labor gerencial, trabajar por la promoción de la cultura, por su difusión, en la defensa de los espacios plurales en la cultura, es una forma también de estimular la ciudadanía. La cultura es diversidad, es diferencia, son formas de pensar y ver la vida. Y es fundamental preservar esos espacios. Creo que en estos tiempos de crisis que vive el país, a cada quien, desde el ámbito que le corresponde, le toca seguir trabajando de forma honesta, responsable y persistente para empujar hacia donde queremos. Yo como mujer estoy muy consciente de las limitaciones que tenemos las mujeres en general, de las condiciones que enfrentamos, de la lucha y del camino que todavía nos queda por recorrer en cuanto a nuestros derechos y a la igualdad de las mujeres en la sociedad. Sin embargo, debo decir que, en mi caso particular, he estado en ámbitos de trabajo donde he sido tratada con respeto, con consideración más allá de ser mujer.

En la vida diaria, en la calle, he sufrido y he vivido las formas de micro-violencia y micro-machismo que lamentablemente es una experiencia colectiva de las mujeres. A veces olvidamos, porque tenemos muchísimos problemas, que el acceso a la cultura es un derecho humano también. Entonces, estar en la universidad dando clases y hacer gestión cultural son formas de trabajar por el derecho al acceso a la cultura y demostrar que las mujeres somos valiosas e importantes y merecemos nuestro lugar en ese ámbito también. En el ámbito de gestión cultural, en Venezuela se trabaja con pocos recursos; entonces hay que aprender a convertir la limitación en una oportunidad, hay que ser muy creativo y tratar de hacer cosas inclusivas, abiertas, que el mensaje llegue a la mayor cantidad de gente posible. Aprender a establecer redes colaborativas, redes solidarias. Desde la cultura podemos fomentar el reconocimiento por la lucha histórica de las mujeres.



Lorena González Inneco

Investigadora, curadora de arte y miembro del Proyecto Creadoras

Proyecto Creadoras es una iniciativa de Ana Volante (Volante Studio) y Gabriela Benamin (GBG Arts), junto con el Banco de Desarrollo de América Latina CAF, en la que empecé a trabajar como asesora y luego también como curadora. La situación de la equidad de género es lo que convoca fundamentalmente estas nuevas narrativas, es decir: pensar en un concurso para mujeres artistas responde a esa preocupación. Pues las problemáticas en el mundo en materia de equidad de género durante los últimos años se han agravado. Porque la pandemia ocasionó un retroceso en los pequeños avances que se habían hecho en paridad laboral e incluso con un aumento de matrimonio precoz, feminicidios, en el mundo. Yo pienso que la creación es justamente un canal de comunicación que nos permite hacer visible esas problemáticas y que nos permite poner sobre el tapete cosas que tal vez hemos hecho personalmente, pero que quizás hemos olvidado o no estamos defendiendo a cierto nivel.

En Proyecto Creadoras diseñamos una serie de foros, que acompañan la gestión en las redes sociales donde se habla de las mujeres pioneras de las artes visuales en Venezuela. Mujeres que no es que no han sido reconocidas, pero sobre las que no se ha hecho un estudio sistemático de sus avances y la fuerza que representan para el arte contemporáneo.

Diseñé el programa con el apoyo de GBG Arts, Volante Studio y la CAF y de otras instituciones como la Hacienda Cultural Parque La Trinidad, la Sala TAC, Espacio Monitor, el Centro de Arte Los Galpones y la Galería D’Museo que me prestaron sus infraestructuras. Empecé a entender que justamente por estar al margen de los discursos tradicionales o canónicos de las artes visuales de mediados del siglo XX, por no haberles permitido la participación ni estudio, su persistencia las llevó a ver la experimentación como una posibilidad sin ataduras. Ahí están los casos de Colette Delozanne, Noemi Marquez, Tecla Tofano, María Luisa Tovar, Gego, Margot Römer, Luisa Richter, Luisa Palacios, Lía Bermúdez y otras tantas. En estos eventos tuvimos la participación de al menos 40 artistas y alcanzamos un promedio de 50 personas en las transmisiones en vivo de Instagram. Al Concurso de Arte Contemporáneo Creadoras se postularon 484 artistas, algo que superó las expectativas. Elegimos a 95 artistas para la exposición, que espero sea el inicio de muchísimos encuentros más y que sigamos trabajando por estructurar esa historiografía.



Fabiola Zérega

Bailarina, coreógrafa y docente de danza

El universo de las personas con discapacidad (PcD) se ha vuelto un poco más visible en los últimos tiempos; sin embargo, queda mucho por recorrer, sobre todo en Venezuela, país donde me desenvuelvo como persona con movilidad reducida a causa de un accidente de tránsito hace 25 años. Darles visibilidad a las necesidades y derechos de las PcD a través de la danza ha sido mi trabajo desde hace 18 años. Soy bailarina y productora de la agrupación AM Danza de Habilidades Mixtas, dirigida por Alexander Madriz, que busca resaltar las ilimitadas formas de movimiento que existen en los diversos cuerpos. La característica de respetar la diversidad funcional es lo que define la danza de habilidades mixtas, donde se enfatizan las capacidades y no las discapacidades del ejecutante. Este es el principio básico para buscar una verdadera inclusión.

En este camino de la danza, junto a Alexander Madriz, mi maestro, amigo y director, en el año 2018 hicimos un taller montaje llamado Ubuntu, el mismo se presentó en la Sala de Talleres del Teresa Carreño enmarcado en el día Internacional de las Personas con Discapacidad. Esta coreografía, en la que danzaron 50 cuerpos diversos en escena, nos abrió las puertas para formar parte como elenco estable del Teatro Teresa Carreño. Un logro maravilloso que nos llena de orgullo porque aún no conozco otro teatro que tenga entre sus filas un cuerpo estable de cuerpos diversos.

Como bailarina he tenido la oportunidad de explorar diferentes formas de movimiento, siendo una extensión de mi cuerpo la silla de ruedas. Con ella juego y me desplazo por el espacio buscando diversas maneras de expresión. Irónicamente, antes de sufrir el accidente me apasionaba la danza, pero nunca me había acercado a ella. Fue después de este evento que el destino me trajo la invitación a bailar, una acción que en mi pensamiento ya no veía posible, ¡qué equivocada estaba! Ahora disfruto de la danza sobre estas ruedas que me siguen mostrando un mundo que tiene mucho por decir.



Sara Valero Zelwer

Docente, actriz y directora de teatro

La Escuela de Teatro de Petare es un proyecto que existe desde casi 12 años. Está dirigido por Vyana Rodríguez Preti, Natalie Pérez Rego y Jariana Armas. Yo formo parte del staff de docentes que están impartiendo clases, además dirigí tres montajes: dos con el grupo infantil que fueron El libro de la selva (2019) y Aladino, un proyecto digital que hicimos en 2020. Y con el grupo adulto, El futuro, que arrancó en pandemia pero para el que luego pudimos encontrarnos. Para mí esta labor representa la continuidad de un trabajo de militancia, en términos argentinos, que inicié en 2012 en la Villa 31, en Buenos Aires, época en la que estuve dando clases en un bachillerato popular para adultos. Para mí estar en un territorio vulnerable y poder hacer aportes micro-políticos es muy importante. El proyecto representa de las mejores cosas que tiene el medio teatral al servicio de la sociedad, que estimula la formación y la sensibilidad de niños y jóvenes de distintas zonas de Petare. Y es la oportunidad de aportar desde el teatro y formar unos intérpretes que, además, terminan siendo emprendedores y actores de cambios sociales.

Tienen el Festival Juvenil de Artes en Corto (JAC) y han viajado a Margarita. Se trata de poder aportar desde la esquina donde uno está a esa formación que, además, termina siendo un espacio de contención y de guiatura porque muchos de estos jóvenes obtienen becas en la Universidad Católica Andrés Bello. Además, dirijo el proyecto El Recuerdo del Futuro, que cofundé en 2020 con la actriz Areani Rondón. Surge de la inquietud acerca de que hay muy pocas referencias a nuestro teatro en Internet. Y a partir de eso empecé a pensar en un proyecto que tuviera que ver con archivos y artes escénicas. Surge primero como una electiva en la Escuela de Artes de la UCV, donde di clases. Y con ese primer grupo hicimos un manifiesto y empezamos a producir artículos de Wikipedia sobre los grupos de teatro, personajes e instituciones. Y a partir de eso hemos estado haciendo otras cosas como exposiciones, documentales, entrevistas, y subimos fotografías y relatos a nuestro Instagram. Creo que somos una sociedad que tiende a la desmemoria. Caribeños como somos, viene una ola de mar y lo borra todo. Y es un pequeño intento por resguardar nuestras artes escénicas, que tienen tantos conflictos que afrontar en la actualidad.


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