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Oksana Linde y el refugio del mundo acuático


Es una de las mujeres pioneras de la música electrónica en Venezuela. Comenzó su carrera en los laboratorios y experimentos científicos, pero una grave afección la obligó a retirarse a temprana edad. Durante los años ochenta desarrolló en sintetizadores melodías que parecen venir de otra parte. El sello discográfico Buh Records recogió esas piezas en el álbum Aquatic and other Worlds, que salió a la luz este 2022, cuando ella ha alcanzado 74 años de edad. Aquí cuenta su historia.

Por María Angelina Castillo
Twitter: @macborgo


Portada del disco Aquatic and others Worlds
(Cortesía Buh Records)


La música es un refugio. No hay espacio para la duda en esta afirmación. Lo es desde sus múltiples misterios. Para Oksana Linde, además, ha sido una forma de sanar, un manifiesto vivo contra la frustración. La investigadora científica y músico electrónica venezolana de origen ucraniano tuvo que dejar los laboratorios del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC) en los años ochenta, cuando apenas tenía 33 años de edad, debido a una grave afección que casi acaba con su vida. Entonces, el hogar y un sintetizador Polymoog se convirtieron en su manera de seguir.

Entre 1983 y 1989 elaboró piezas de música que son a ratos acuáticas, a ratos espaciales; en las que la nostalgia y la ingravidez parecen tomar cuerpo para que el nenúfar, el ensueño, el viaje hacia la luz y el descubrimiento sean mucho más que palabras. Estas piezas fueron reunidas en el álbum Aquatic and other Worlds, producido por el sello independiente Buh Records (Perú), que dirige el periodista e investigador musical Luis Alvarado. El disco fue lanzado al mercado este año, cuando ella ha alcanzado ya los 74 años de edad.

Sobre su vida, Oksana cuenta que nació en La Candelaria en los últimos días de enero de 1948, a donde sus padres habían llegado luego de arrivar a Venezuela un año antes desde Ucrania tras la guerra, aunque en su familia se mezcla también sangre letonia, sueca e islandesa.

Oksana Linde y su hermana Irma
(Foto por Vasyl M. Bulygin)

Así comienza. En las líneas siguientes, ella irá narrando su historia, atravesada por el dolor y por el arte, por la guerra y esos recuerdos que no se borran de sus manos. Mujer pionera en la escena electrónica venezolana.

¿Qué la llevó de los laboratorios a los sintetizadores?

No sé si soy mujer pionera en la escena electrónica venezolana. Algunos críticos y músicos consideraron que sí. Pero de música electrónica, no académica; con sintetizadores del tipo que empleé, los cuales llegaron a Venezuela en los 80’s, que afuera fueron muy empleados en los 70’s. Tangencialmente, solo como referencia, mi música se relaciona con la de Tangerine Dream, Schultze, Jarré, Vangelis, Oldfield, Wendy Carlos, Vytas Brenner, Miguel Noya, Vinicio Adames hijo, José I. Lares, Rada. De alguna forma el rock sinfónico, progresivo, los que escuchaba con frecuencia, de alguna manera influyeron. Génesis, Yes, Premiata Forneria Marconi, Saga, Gentle Giant, Alan Parsons Project, Pink Floyd, Van der Graaf Generator, King Crimson, Barón Rojo, otros. Mahavishnu Orchestra, Jean P. Alarcén, Wappasou, muchos más. Venezolanos como Antonio Estévez, Inocente Carreño. Tengo influencia de música sinfónica. Es tal vez lo que más he escuchado durante mi vida. Debussy me impactó desde niña (Mariposas acuáticas creo que es ejemplo de ello). Pero en este disco no se percibe la influencia de todo lo que nombro, pues es una selección que hizo Luis Alvarado, el director de la disquera. Como él indica en su escrito, la escena de la música experimental, electroacústica, electrónica, estaba dominada mayormente por hombres.

En lo relativo a música académica, hubo mujeres que se destacaron. Tal vez no fueron demasiadas las que entonces emplearon el tipo de sintetizadores que yo pude emplear. Pero eso está por verse aún. Sucede que al ir saliendo de la sombra mujeres cuya dedicación a la música no era conocida, los  musicólogos se percataron de que había que investigar más acerca de lo hecho en todos los continentes. En Latinoamérica hubo/hay mujeres que hicieron trabajos importantes en ese sentido, pero es apenas desde hace pocos años que comienzan a salir a la luz, como ha sucedido con mujeres en el campo de la ciencia, y cuyo aporte ha sido de importancia fundamental. Apenas desde hace pocos años sabemos de muchas que no
fueron mencionadas antes. Yo simplemente comencé a familiarizarme con los
instrumentos, me encerré en un cuarto a experimentar, grabar, en momentos libres, de noche.

Ya desde finales de los 60’s había escuchado algo de música electroacústica, electrónica. En los años 70’s y 80’s compañeros del IVIC me grababan cassettes, muchos de los cuales aún conservo. Fui adquiriendo algunos discos interesantes. Los sonidos espaciales, diferentes a lo que se puede lograr con instrumentos tradicionales, me interesaban mucho. Sin embargo, desde siempre me he sentido sumamente atraída también por la música sinfónica; a veces por una flauta, el piano. La música ancestral, los tambores, los cuencos y cantos tibetanos.


Encuentro musical en la Universidad de Oriente
(Foto Dirección de Cultura de la UDO)

¿Cómo fueron sus inicios en esa música electroacuática?

Fueron años de mucha angustia. Había salido del IVIC por enfermedad. Mi jefe me pidió que renunciara, pues yo estaba de reposo y en este país nunca ha habido suficiente presupuesto para la ciencia. Yo era una carga. No conocía mis derechos y renuncié. Aparte de lo mal que me sentía físicamente, ya estaba deprimida. Y la depresión empeoró al tener que dejar los laboratorios. Había perdido memoria de toda la carrera, de eventos de mi vida anterior. Tenía fuertes dolores de cabeza, casi no podía dormir. Los médicos me recetaban medicinas inadecuadas, algunas empeoraban mi estado y llegué a tener alucinaciones. No fue sino hasta unos siete años luego de renunciar que un neuropsiquiatra se percató de lo que me sucedía. Me realizó evaluaciones, me indicó que fuese a donde un toxicólogo con experiencia. De esa forma, se identificó que tuve desmielinización por diversos tóxicos.

Yo había trabajado en diferentes laboratorios como pasante y empleada, hice la maestría y estaba comenzando el doctorado. Cuando son tantos los tóxicos, no todos son eliminados en el mismo tiempo, y algunos provocan daños irreversibles. Entonces la música fue mi refugio. A veces caía “en trance” con los sonidos, hacía (componía) piezas de manera empírica, intuitiva. No recuerdo si fue por un anuncio que supe de Ignacio Lares, que vendía equipos Moog. Él me dio clases informales en el Instituto de Fonología, aprendí con un Arp 2600. Escuchamos discos de bastantes compositores de música concreta, electrónica, electroacústica. Solicité un préstamo y le compré un Polymoog. Luego un TEAC a un físico, músico, que trabajaba en el IVIC. Posteriormente un Moog Source, cámara de eco, un CZ1. Un mezclador. El Polymoog se dañaba con mucha frecuencia. Tuve otros equipos posteriormente. Algunos tuve que venderlos a la carrera, el Moog Source me lo robaron. Tenía que ayudar a la familia. Ya desde joven pintaba. Algo vendí hace 30-40 años. Ahora es imposible vender pinturas, dibujos, collage. Actualmente tengo varias obras pequeñas en exposiciones colectivas itinerantes y en un grupo de artistas, unas pocas obras como NFT.

Fueron años complicados. A mis hijas las tenía que llevar con mucha frecuencia a
médicos (me intoxiqué embarazada, a pesar de intentar evitarlo), me sentía mal pero
formé parte de movimientos vecinales-ambientalistas. Comencé a llevar a mis hijas al núcleo de la Orquesta Infantil de Las Mayas. Mi madre tuvo infarto y estuve cuidándola.

Oksana Linde, 1985
(Foto por Mardonio Díaz)


Mi esposo se ocupó siempre de las hijas cuando yo no podía o estaba ausente.
Precisamente durante esos años, cuando estaba medicada de modo inadecuado, con
situaciones serias inesperadas, hice la música del disco Aquatic and other Worlds.

¿Alguna vez ha pensado en dejar la música?

Aunque actualmente hasta los audífonos profesionales están dañados sin remedio y no hay repuestos para amplificadores, no me he separado completamente. Aún tengo algunas ideas. En el secuenciador integrado en el teclado quedaron al menos 25 piezas que requieren correcciones. Quién sabe si puedo hacer algo. Si pudiese reparar el teclado que tengo, un par de módulos, conseguir el resto de lo necesario, seguiría a ratos. Existe la posibilidad de trabajar con estudio digital y ya tengo una computadora mejor. Hay mucho por estudiar, pero aún no es el momento. Quién sabe si llegue. Los trastornos del sueño agotan y no es igual. Aunque puedo improvisar y sé que algo saldría.

¿Cómo han sido sus procesos de composición?

No todas las piezas del disco fueron compuestas con la misma dinámica. A veces era algo así: “O atrapo esta idea ya o se me va”. Cuando tenía algún tiempo y no sentía dolor ni debilidad. Me cuesta explicar cómo compongo. Puedo tener una idea que surge “de la nada” o comenzar a improvisar y derivar hacia una pieza que comienza a tener cuerpo. Entonces añado otra pista y así, hasta generalmente cuatro pistas. Si me parece que está más o menos aceptable, la dejo así. En el pasado pude grabar en casettes sonidos, ensayos, piezas terminadas.

¿Tiene pensado experimentar con otros sonidos?

Los últimos tres años algo he hecho con mis sonidos. He estado escuchando la música que siempre me ha gustado, y a otros músicos. Hay muchísimos que vale la pena escuchar. En Latinoamérica tenemos una cantidad que está creciendo. ¡Muy interesante! He tenido interacción a distancia con músicos de otros países. Hay alguna posibilidad de hacer algo gracias a la tecnología. No hay nada concreto aún. Pero ya hemos dialogado sobre posibilidades de trabajos conjuntos, que me llaman la atención. Eventuales viajes pudiesen ser posibles.

Esa posibilidad no la tuve anteriormente. Hay limitaciones de varios tipos, las cuales no sé hasta qué punto podrían ser superadas en este mundo
convulsionado que estamos viviendo.

¿Un segundo álbum?

Ya Buh Records eligió piezas para un nuevo disco. Debo digitalizar dos o tres de ellas, pues deben salir en el formato que se emplea. Son de los 80’s y 90’s. Creo que me parecería mejor cambiar una o dos de las piezas. Veremos. Se espera que salga el año próximo.

El de la música electrónica es, al menos en apariencia, un mundo dominado por
hombres. ¿Cuál es su opinión?


Es la razón por la cual ahora hay un movimiento que tiene como fin completar la historia de la música electrónica. Actualmente hay muchas más mujeres que antes en ese mundo. Pero falta información. Con esa intención de llenar espacios en la historia de la música electrónica me localizaron. Como digo en alguna entrevista, no fui yo quien comenzó esta aventura de editar un disco.

Venezolana de origen ucraniano. Sé que ya se lo han preguntado en otras ocasiones, pero me gustaría que me comentara cómo ha vivido el conflicto actual en Ucrania tras la invasión de Rusia...

No sé qué decir porque veo videos y leo noticias diariamente y es espantoso. No lo
aguanto. Tal vez deba decir: “Me faltan palabras ante tanta atrocidad”. Me faltan palabras, o me sobran tal vez. Extremadamente triste. Monstruoso. Años en guerra debido a la invasión. Ucrania fue recortada como otros países. Las fronteras a lo largo del siglo XX cambiaron en toda Europa. Lo de “rusohablantes” es un argumento para ignorantes. La inmensa mentira de la “operación especial” se la creen los rusos que ven la televisión del Estado criminal y los extremistas de algunos países. Mentiras inmensas, aberrantes, películas donde los ucranianos reciben a los invasores con flores. No se ven ciudades destruidas o, si se muestran, se culpa a los ucranianos. No sé qué escribir. Estoy mal ante tanto horror.

Oksana Linde
(Cortesía)

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