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Bizarrap y las nuevas élites


Shakira ha logrado fama en los cinco continentes y penetración en millones de fans de tres generaciones distintas. Para seguir extendiendo esa relevancia echó mano de una de las nuevas inteligencias producto de las tecnologías contemporáneas: Bizarrap.

Por Lizandro Samuel
Twitter: @LizandroSamuel



Shakira se buscó uno de 24. Pero no para una relación sentimental, sino para alcanzar la viralidad que todos codician. La cantante colombiana no lanzó una nueva canción, hizo una BZRP Music Session. No es lo mismo.

Las sesiones de Bizarrap, el productor argentino que todavía no llega a un cuarto de siglo de vida, son o con canciones o con freestyle. En ambos casos se realiza una composición en la que lo más importante es el beat y la forma en la que el o la artista lo surfea, o sea, el flow. Luego, el performance, los arreglos, el storytelling que atraviesa el lanzamiento, la forma de mercadearlo y, por último, la letra. O sea, son composiciones que mezclan el teatro, la improvisación, la música, el jingle, el marketing, etc.

Shakira antes que artista o músico es un icono de la cultura pop: ha orientado su carrera hacia la viralidad, la fama, el hit. Todo en ella misma es trascendente, más que su trabajo de forma aislada. O sea, su obra es ella. De esta forma ha logrado fama en los cinco continentes y penetración en millones de fans de tres generaciones distintas. Para seguir extendiendo esa relevancia echó mano de una de las nuevas inteligencias producto de las tecnologías contemporáneas: Bizarrap, a quien le lleva 21 años.

La colaboración es un hito para ambos. Como ya pasara en 2022 con Residente, muchos no entienden la tradición a la que pertenece el producto. Primero porque, como ya dije, las sesiones de Bizarrap no son música: son sesiones, un producto inventado por él mismo. Segundo, porque Biza agarró la cultura underground del hip hop y –al igual que Eminen, 50 Cent o Snoop Dog en el siglo XX– la puso en la primera plana de la cultura pop.

Lo de Shakira no es solo un tema de despecho tras haber roto con Gerard Piqué, quien, de paso, es uno de los mejores futbolistas de la historia; sino que se circunscribe en la tradición del beef, de las tiraderas. Un concepto originado en la rivalidad entre raperos que, en otros tiempos, se insultaban y lanzaban indirectas en sus temas. Pasó en la “guerra” entre la Costa Este y la Oeste en el hip hop estadounidense de los 90; hubo incluso en Venezuela, al margen de las disputas entre raperos, una versión bastante soft entre dos emergentes miembros de la farándula local: Franco y Nacho. Pero sin duda una de las mayores referencias contemporáneas es Jeremías 17:05, del rapero venezolano Canserbero: uno de los artistas más relevantes que ha parido el país.

El contexto es necesario para entender lo que hizo Shakira junto a Biza, en una pieza que además se conecta con los movimientos actuales de empoderamiento femenino. Con 45 años, Shakira aspira a seguir liderando rankings en una época en la que la que, como dice Jorge Carrión, las nuevas bibliotecas son apps, en la que la información cabe en un minuto de Tik Tok y en la que los estrenos se ven mediante videoreacciones de streamers. Lo logra con mayor efectividad y elegancia que aquellos que solo copian las gracias que ven en las nuevas redes sociales. Porque Shak es clásica, es viral, es actual: es leyenda. Esto sería imposible si ella misma no fungiera como un puente entre las inteligencias tradicionales con las nuevas inteligencias.

Antecedente: Residente le tira a J Balvin


El 4 de marzo de 2022 el diálogo hispano en Internet estuvo dominado por la BZRP Music Sessions #49, en la que Residente recuperó la antigua tradición de la tiradera: agredió verbalmente a J Balvin. El evento resultó tan viral que hasta escritores, periodistas o académicos que nunca han escuchado rap opinaron. La discusión se centró en la letra de la canción, ignorando lo más fascinante: la forma en la que un chico sin probabilidades de lograr relevancia cultural terminó dominando el diálogo en Internet.

Habiendo nacido en 1998, Gonzalo Conde, A.K.A. Bizarrap, es millenial pero tiene rasgos de la generación posterior, los centennials, como la falta de ideología o de al menos una ideología ortodoxa. Residente tenía 44 años al momento del estreno; J Balvin, 37. El primero, aunque en la práctica haya apoyado a dictaduras y se apalanque de instituciones tradicionales para afianzar su fama/dinero, se suscribe a los clásicos valores de izquierda y lleva la palabra revolución en la boca. El segundo repite en sus canciones la frase “el negocio, socio” y ha asumido su carrera más que como un proyecto artístico como un proyecto empresarial que siempre ha perseguido la internacionalización a través de valores competitivos clásicos de la derecha: le importa mucho estar en el número 1 del ranking y hablar de cuánto gana, por ejemplo. Ambos necesitaron de disqueras, radios e instituciones de poder para tener éxito.

Pero para volver a ser relevantes en el diálogo cultural tuvieron que asociarse (uno por voluntad, el otro indirectamente) a un chico de, en ese entonces, 23 años que no ha tenido ningún apoyo empresarial, que se hizo a sí mismo a través de la autogestión y sin referentes en un trabajo que él creó. En la era del storytelling, ¿cuántas historias más jugosas y paradigmáticas se pueden encontrar?

Si bien es cierto que la generación Z, según varios teóricos, es más solidaria y sensible a las causas sociales y ambientales, también posee cierto hartazgo a formas tradicionales de entender las ideologías; sobre todo, la gastada dicotomía derecha-izquierda. A Bizarrap le interesa la música, los intérpretes, las tecnologías. No parece preocuparle quién es el “bueno” y quién es el “malo” en la disputa entre Residente y Balvin; de hecho, en una entrevista con Ibai dijo que nunca censuraría a ninguno de los cantantes que trabajen con él y que invitaba a Balvin a que hiciera una sesión para que cantara lo que necesitara decir. Con lo que Bizarrap dejó entrever que no solo es productor musical, sino una plataforma en sí misma: un medio de comunicación que le da voz a partes distintas.

De forma similar se refirió a él James Corden, cuando lo entrevistó en la serie The Power Of Reinvention. Allí dijo que el productor argentino tenía la “plataforma de habla hispana más grande, con más de tres mil millones de visitas por su trabajo, colaborando con artistas internacionales desde el estudio de su casa”. Si los millenial inauguraron una era en la que se puso de moda la expresión “marca personal”, Bizarrap avista un futuro para el que harán falta nuevas nominaciones: personas-marcas-plataformas. Medios de comunicación que fluyen a través de un humano híbrido: mitad carne y hueso, mitad viralidad-plataformas digitales-redes sociales.

¿Pero quién es este pibe?


Gonzalo creció en un mundo donde vivir del hip hop era imposible, no había referentes en Argentina que lo hicieran. Aunque comenzó a admirar a Skrillex y David Guetta, la música electrónica, la urbana en español y el crecer en Sudamérica eran puntos aislados que parecían imposibles de unir o de adaptar a un oficio que le diera de comer. Terminando la secundaria, asistió a terapia. El psicólogo le mostró el estudio de grabación que tenía en su consultorio: le contó que desde que tiene 20 años todos los viernes ensaya con su banda. Así que, luego de una evaluación en la que le sugirió estudiar marketing o música, le dijo que si quería tener algo “seguro” que estudiara marketing pues la música siempre lo podría acompañar.

Dice Alessandro Baricco en The Game que la élite intelectual de nueva especie es “vagamente humanista, donde la disciplina del estudio ha sido sustituida por la capacidad de unir puntos, el privilegio del saber se ha disuelto en el de hacer y el esfuerzo de pensar en profundidad se ha invertido en el placer de pensar rápido”.

Gonzalo se inscribió en la UADE, donde estudiaría tres años de marketing antes de verse obligado a abandonar por la vorágine de BZRP. Antes, había asistido con frecuencia al Quinto Escalón (evento de la contracultura argentina que puso los cimientos para lo que es hoy la industria del rap y del trap en dicho país) y había hecho remix –llamados Combos locos– con lo que allí improvisaban otros jóvenes, freestyleros todos, que estaban buscando la manera de surgir y crear una industria.

Desde los 13 años, de forma empírica, creaba música con FL Studio en su computadora. Luego se puso a estudiar piano sin la intención de tocar el instrumento: quería que la profesora le enseñara de teoría y solfeo, a componer. Mientras cursaba la carrera de marketing, comenzó a trabajar en Warner Music, siendo el manager interno de algunos de los intérpretes, como Lit Killah. Pero, tal y como le sugirió el psicólogo, nunca abandonó su pasión. Comenzó con las BZRP Freestyle Session en 2017, con una improvisación de Kódigo. Siguió en esa misma línea y pronto comenzó a hacer canciones bajo el formato BZRP Music Session. Cuando, casi un año después, publicó la sesión con Nicki Nicole llegó la viralidad. Y con ella las oportunidades en plataformas tradicionales: Warner y otra disquera le ofrecieron contrato como artista. Por supuesto, los rechazó.

Todos somos una historia


Dice Baricco en The Game que el storytelling no es algo que “confecciona, o traviste, o maquilla la realidad: es algo que forma parte de la realidad”. Bizarrap usa en público una gorra y lentes oscuros, por lo que casi nadie conoce su rostro real. Cuando no está en su personaje, dice toparse con gente en la calle que habla de su trabajo sin percatarse de que lo tiene en frente. Con lo que además evidencia otro rasgo de los centennial –sobre todo de los más jóvenes– que los diferencia de los millennials: el hartazgo de la sobre exposición. Logrando resolver una cuestión que ha incomodado a referentes de todas las épocas: cómo hacerse famoso sin perder (tanta) intimidad.

El 25 de abril de 2022 publicó su sesión con Paulo Londra, lo que significó el regreso del intérprete a la música después de dos años de inactividad por un largo juicio contra una disquera. Aunque ya iban más de 40 piezas musicales, la sesión llevó el número 23. En su momento, Biza había pasado de la 22 a la 24, haciendo que su público especulara con que le estaba guardando ese número a Londra. Lo dijo Mario Vargas Llosa en Cartas a un joven novelista: el dato oculto es fundamental en toda historia.

Un año después, ahora con un Londra listo para volver a lo suyo, publicó un comunicado que imitó el que en 1995 envió Michael Jordan para avisar su retorno al baloncesto. Para más inri, anunció en su Instagram que solo soltaría la sesión cuando el post llegara a 23 millones de comentarios. Con esto hizo a su audiencia partícipe del producto, lo que, según Alberto Solari en Narrativas transmedia, es un elemento importante de las cross-media.

Lo del storytelling destaca también en cómo anunció la sesión número 43, que fue con Chucky 73. Para ello, realizó un spot inspirado en Toy Story. Casos parecidos se vieron en la sesión con L-Gante, en la que en la previa parodió la película El gran hotel Budapest; o en la de Quevedo, cuando firmó una alianza con Burguer King para repartir juguetes basados en el cantante español. No obstante casi nada al que fue durante mucho tiempo su producto más viral, la sesión con Naty Pelusso, que se convirtió en un himno del empoderamiento femenino, trascendió las plataformas habituales y hasta acabó en el tráiler de la serie Élite de Netflix. Cuando en VICE le preguntaron si prefería las sesiones con hombres o con mujeres, respondió que en un entorno tradicionalmente masculino era importante darle exposición a las cantantes.

Lo más destacado es su rechazo a las grandes compañías. Tiene un estudio de grabación en su cuarto, ubicado en Ramón Mejía, en las periferias de Buenos Aires, que es adonde lleva a los cantantes más variados: no quiere perder la estética que es parte de su relato. “Si yo lo hago en un estudio re salado, un pibe de 15 años no se va a sentir identificado con eso. Pero si yo lo grabo en mi estudio, capaz que sí, un pibe de 15 años que quiere producir se siente identificado. Estoy intentando hacer un camino para que por lo menos ellos vean a un referente que yo cuando empecé como productor no tenía”. Vale acotar que algunas sesiones fueron grabadas en Miami o en Buenos Aires, haciendo una recreación de su cuarto en el estudio en cuestión. Es posible, por supuesto, que este sea el caso de la de Shakira.

En la campaña presidencial de 2008, cuenta Diego Beas en La reinvención de la política, Barack Obama se rehusó a visitar las sedes The New York Times y The Washington Post. En vez de eso visitó la sede de Google. Esta actitud es similar a la de muchas inteligencias emergentes. Bizarrap ha tenido poco contacto con los medios de comunicación tradicionales. Jóvenes como él suelen preferir ser sus propias plataformas de comunicación.

Captar la atención


Un caso que capaz no tuvo tanta repercusión como se podría haber pensado fue el de la Sesión 50, con Duki, lanzada antes de la Copa del Mundo de Qatar 2022. Duki es el principal referente del trap en Sudamérica. Durante mucho tiempo se negó a colaborar con Biza en este formato, por lo que sorprendió el anuncio. La letra épica y el contexto, con un Duki reorganizando su vida tras dejar las drogas y superar los escándalos, quizá buscó ser una suerte de himno de la Albiceleste que acabaría ganando el Mundial. Duki y Messi cumplen año el mismo día.

La pieza no fue tan compartida, aunque abundaron los remakes en YouTube que la usaron de fondo musical para mostrar la trayectoria de Lionel, y el listón estaba alto: la colaboración que le antecedió fue la del español Quevedo, que se posicionó de primera en casi todas las plataformas durante un mes. Es que una de las líneas de trabajo de Biza ha sido dar a conocer a interpretes con menor difusión. Otro de sus casos súper exitosos fue el de Villano Antillano: nunca antes, con el permiso de la venezolana Arca, un intérprete musical hispano y trans logró tanta viralidad, pasándole por encima a los prejuicios que aún existen en este lado del mundo.

Sin embargo, el caso de Shakira era muy especial. Primero porque entre ella y Biza median estilos y culturas muy distintos. Hay colaboraciones que uno podría esperar: Wos, Bnet, C Tangana, Akapellah. Otras que entran dentro de lo probable y que pudieran generar una resonancia espectacular: Bad Bunny, Rosalía. Pero lo de Shakira no estaba en el radar. Que ella, además, haya usado el espacio para drenar todo lo que está atravesando en uno de los momentos más difíciles de su vida, luego de separarse de su expareja, quien, a su vez, está dando de qué hablar con sus nuevos proyectos tras colgar los tacos, ofrece todos los ingredientes para una viralidad histórica.

Solo hay algo poco habitual dentro del género, el beef de Shak es contra dos personas (su ex y la nueva novia) que no pueden responder. O sea, no es contra otro cantante. Con lo cual la sesión, a efectos prácticos, también da de comer a la prensa rosa y sensacionalista.



Con Bizarrap la calidad está garantizada, además pocos tienen su timming y su capacidad para captar atención. A ver cómo se explica que un pibe que un día invitó a su freestyler favorito a su cuarto, desconocido para el 90% de las personas que hoy opinan sobre Shakira, para grabar de forma artesanal; y ahora, cuatro años después, haya hecho lo mismo con una leyenda que ya causaba furor antes de que él naciera. No me digan que la vida no tiene momentos hermosos.

Del under a la cultura pop


Hablar de su talento musical es quizá llover sobre mojado. Es evidente que es bueno, muy bueno, pero también que su éxito se debe a más que eso. “El contenido es el rey” es una de las mayores mentiras de algunos marketeros: el rey es la forma en la que se comunica ese contenido. ¿Está obligado el artista del siglo XXI a verse no solo como un creador sino como un empresario? Quizá. Y aquí Bizarrap como hombre-marca-medio triunfa dándole cabida a subgéneros muy variados de lo urbano, muchos con valores contradictorios entre sí.

La sesión con Shakira rompió una barrera. ¿Es viable imaginarse una colaboración con Fito Páez o Gustavo Santaolalla, artistas que han hablado muy bien de él? ¿O con Jorge Drexler o Andrés Calmaro, que han abrazado sin contemplaciones lo que él representa? En La Resistencia dijo que su proyecto musical favorito era Radiohead, pero que veía imposible colaborar con ellos porque lo que él hacía era muy diferente. Quizá. Igual también es cierto que ahora Biza representa el establishment y eso es cebo muy seductor para artistas, miembros de la farándula (que tienen entre sus nuevos integrantes a streamers, youtubers y tiktokers) y marcas.

Casos como el suyo parecen irrepetibles. Puede aparecer alguien que haga algo parecido en otro idioma, pero en el universo hispano luce improbable. Las nuevas inteligencias se caracterizan también por la creación de modelos que al ser hijos del contexto social-cultural-personal de cada quien son difíciles de extrapolar. Eso sí, conviene tener presente que Gonzalo Conde se puso un poco nervioso cuando lo nominaron al Grammy Latino y que su sueño, que ya cumplió, era tocar en festivales gigantescos como el Lollapalooza. Lo que demuestra que pese a las nuevas formas de ser, pensar y hacer, los espacios de consolidación definitivos siguen siendo los mismos. Las viejas élites no han sido desplazadas, solo aprenden a retroalimentarse de las nuevas.
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