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Cadenas en tres tiempos


El poeta venezolano (Barquisimeto, 1930) fue el ganador del Premio Cervantes en su edición 2022. La entrega del galardón está prevista para este abril, mes en el que cumplirá 93 años de edad. El suyo es un verbo que no se agota; y nosotros agradecemos que así sea.

Por María Angelina Castillo
Twitter: @macborgo




El poeta venezolano (Barquisimeto, 1930) fue el ganador del Premio Cervantes en su edición 2022. La entrega del galardón está prevista para este abril, mes en el que cumplirá 93 años de edad. Muchos han sido los honores, entrevistas e invitaciones que le han hecho desde que se conoció la noticia, el pasado noviembre. Muchos han sido, también, los reconocimientos obtenidos a lo largo de su trayectoria en la poesía, el ensayo y la docencia. Entre estos se cuentan el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances, el Premio Internacional de Poesía Federico García Lorca y el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana. El suyo es un verbo que no se agota; y nosotros agradecemos que así sea.


I

“El que te mira / en este instante / se aparta / para hacerte sitio”, diríamos de él si lo nombrásemos con sus palabras. Amante del romanticismo alemán –“que es el más importante”, dice–, de la lengua inglesa prefiere al Shakespeare dramaturgo que al poeta. “El poema tiene algo del teatro”, agrega apacible y lentamente desde la comodidad de una silla, en medio de un revoloteo de copas y pasapalos calientes.

¿Qué es eso de teatro que tiene la poesía?

“Es una persona hablando como si fuera un actor”, responde.

Después de haber ganado el Premio de Literatura en Lengua Castellana Miguel de Cervantes, en su edición 2022, Rafael Cadenas no ha parado de recibir llamadas. Está cansado ya de las llamadas. Pero, fuera de eso, todo en su vida sigue igual. “Normal”, señala desde uno de los salones de Ciudad Banesco, en Caracas, tras la presentación del libro del 7° Concurso de Poesía Joven que lleva su nombre.

El galardón internacional es el máximo reconocimiento a la labor creadora de escritores españoles e hispanoamericanos cuya obra “haya contribuido a enriquecer de forma notable el patrimonio literario en lengua española”, así lo establece el Ministerio de Cultura y Deporte de España. Con ello eleva la voz poética de una generación que habló de patria durante la Venezuela de los años sesenta, en el siglo pasado. “Hubo excelentes poetas en ese grupo, tanto en Tabla Redonda como en Sardio”, cuenta Cadenas desde la misma silla. Y destaca nombres como Guillermo Sucre, del primero; y Arnaldo Acosta Bello, del segundo. “Ahora es cuando se va a conocer”, remata.

Noviembre 17, 2022



II

Se acomoda su chaqueta verde oliva. Tose. Vuelve a toser. Todos los celulares apuntan a sus movimientos en una espera ansiosa y venerante. Él pensó que asistiría a un homenaje con un grupo reducido de personas en la Escuela de Letras de la Universidad Central de Venezuela. No fue así. “Ya veo que no se trata de un grupo”, bromea. El gentío ríe.

Esa tarde se compuso de poemas y anécdotas propias y ajenas. La jornada incluyó frases de otros docentes de la universidad, poetas algunos; ensayistas otros. Cadenas volvió sobre un viejo viaje: “La embajada de Francia invitó a un grupo para una gira y tuvimos que llenar unas planillas. Y me di cuenta de que uno en una planilla no puede poner poeta. En cambio, el pintor pone pintor. El músico. Pero no sé si eso tiene que ver con un gran respeto a la poesía. Yo estaba con Eugenio Montejo y él me decía: ¿Qué pongo? Yo creo que finalmente él se puso como profesor, algo así”. El público enternecido. 

“Yo he tenido que releerme. Casi nunca lo hago. Y ahora algunos de los poemas me dan miedo”, dice casi a modo de verso introducido. “Pienso que eso tiene que ver con el espacio interior del que hablaba Rilke”, remata.

Entonces sacó sus lentes y dos libros: Sobre abierto (2012) y En torno a Basho y otros asuntos (2016) que, dice, no se consiguen fácilmente en Venezuela, “porque cuando llegan aquí suben mucho de precio”. Se dispone a leer su contenido, imágenes que pueden verse como aforismos a los que él ha dado su propia forma.

El lenguaje del poder

¿Qué hace aquí colgada de un fusil la palabra amor?

Pausa.

“No. Los otros son muy largos”. Y guarda el libro. Los otros ríen.

Diciembre 12, 2022



III

Ceremonias. Desde donde estaba, solo podía ver un fragmento de su lado izquierdo. Su camisa manga larga de rayas blancas sobre fondo rosado, el chaleco de siempre que apenas se asoma, el tapabocas clínico azul claro, el cabello gris pegado a la corteza, orientándose al descuido hacia adelante. Ahí, sentado, en silencio, Rafael Cadenas escucha a María Fernanda Palacios hablar sobre En falso, el nuevo poemario de Gabriela Kizer que entonces presentaban en La Poeteca, en Caracas.

Su cabeza esquiva entre otras tantas cabezas, unas diez sillas más allá. Cabezas todas de mujeres, cabellos largos, variados tonos, algún adorno que resalta en forma de lazo. Una mujer eleva su celular y graba. Interrumpe mi visual. Alguien más hace fotos.

Rafael, como mi papá. Su mano temblorosa acomoda el tapabocas. Cuatro dedos muy juntos, lívidos, de su mano derecha que luego bajan y se aprietan en su brazo izquierdo como queriendo sostenerse. Cierra y abre los ojos muy lentamente, parece que prefieren permanecer cerrados.

“La poesía no se va”, dice María Fernanda Palacios. Rafael Cadenas está aquí. Ese hombre de mente poderosa, aterradora, universal. Su oreja, cueva húmeda, quieta. Sus ojos que vuelven a oscurecerse bajo los párpados.

“Cuando la poesía llega hay que escucharla”, continúa ella. “Su núcleo, su misterio, su escándalo. El pulso con que se sostiene una palabra, cualquier palabra, hasta un gruñido”. Rafael Cadenas, otra vez su mano, su oreja. “Un poema que anda buscando un tono”.

¿Quién ha encontrado el tono?

“La poesía no necesita que la defiendan. Hay que ver cómo se defiende de ella el poeta”, sigue María Fernanda y entonces menciona a Dante. El Purgatorio. Pronuncia algo en italiano. Rafael no se inmuta. ¿Finalmente se ha dormido?

¿Sirve la geografía para leer poesía? ¿Ese río es un río o es el río de los versos? ¿Quién habla? ¿Quién camina? ¿Cómo cobra forma aquello que no se piensa? La metáfora.

“A la poesía nadie la ha visto todavía. Solo su sombra negra si acaso”, se empeña en legitimar María Fernanda. “El poeta solo cuenta con la palabra para defenderse”.

¿De quién?

Rafael sentado se mueve poco. Muy poco. Sigue su mano derecha aferrada a su brazo izquierdo, arrugando la camisa. Se ha ladeado ligeramente.

“El verso es lo único que tenemos para saber que la poesía anda por allí”. Sí, eso pasa. Rafael se endereza, se estira, a lo mejor algo le molesta, algo se ha dormido un momento en su cuerpo.

La poesía invade. Pesca. Corta y pega.

“Tomar omeprazol para evitar el resabio del verso”. Anotar eso. Tenerlo en cuenta.

“No estén apostando por los derechos humanos. Apuesten al monstruo, a la fiera”, dice María Fernanda citando a alguien de otra época.

–¿Ya estás bien?

–Sí. Estoy bien.

La imagen se hace conciencia. Rafael escucha.

Con eso basta.

Junio 22, 2022


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