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La movida cultural en Venezuela: un eterno desafío


Un grupo de gestores, periodistas y creadores de varias generaciones reflexiona sobre la actualidad del medio cultural, el trabajo de artistas dentro y fuera del país, los principales desafíos, la activación de espacios, los cambios recientes y las perspectivas de desarrollo o estancamiento en una nación compleja.

Por María Angelina Castillo
Twitter: @macborgo

¿Existe un despertar de la movida cultural en Venezuela? Y si es así, ¿cuáles son los retos que esta reactivación supone para creadores, gestores y espectadores? Aquí algunas reflexiones al respecto.

Ricardo Ramírez Requena
Director de La Poeteca de Caracas, gestor cultural

Hablar del país me cuesta un poco porque yo solía viajar mucho al interior y tengo mucho que no lo hago, entonces no tengo un panorama del todo claro. Sé que hay un movimiento importante con la economía naranja en Mérida, la Fundación Cultural Bordes en San Cristóbal sigue haciendo muchas actividades, se está reactivando la Casa Ramos Sucre en Cumaná. Hay un movimiento de club de lectores en Puerto Ordaz destacado. La revista Poesía sigue editándose en Valencia y sé que se va a reactivar la Feria Internacional del Libro de la Universidad de Carabobo.

Siento que hay un intento de reactivar el aparato cultural este 2022, luego de los dos años de la pandemia y luego de la debacle económica, en términos macroeconómicos, por lo menos hasta 2021. Hay que también empezar a considerar que hay visiones y propuestas glocales: gente que trabaja aquí en propuestas culturales, pero los capitales vienen de venezolanos que están fuera; emprendimientos que están fuera del país y que han puesto sede aquí o desde aquí que se han extendido hacia afuera. El contexto cultural venezolano se tiene que entender desde la glocalidad. Es un escenario en el que hay que profundizar en cuáles son los alcances en términos de consumo, tomando en cuenta que las transmisiones por streaming, YouTube o Facebook son cada vez mayores, naturales, abundantes.

En el caso de Caracas, creo que el movimiento más relevante lo está teniendo el cine. La cantidad de documentales, de películas que se están proyectando ha sido importante; también el movimiento teatral está teniendo una ebullición singular en Venezuela, aparte de los musicales, las presentaciones de orquesta y de diferentes tipos de bandas; en eventos auspiciados por embajadas y coordinados con las alcaldías. Sé que viene la feria de Fundarte, probablemente harán la Feria Internacional del Libro de Venezuela, la feria de la UCAB y hay una feria de libros independiente auspiciada por Provea. Es decir, creo que hay tanteos para reactivar eso en términos de movimiento en el país desde el mundo editorial. También hemos visto la publicación de diferentes libros este año por las editoriales que siguen haciendo vida en Venezuela. Mantienen una constante de ofrecer el libro en papel, por Amazon, en librerías a través de presentaciones, conversatorios. Yo siento que el gran reto que se está viviendo en estos momentos tiene que ver con el consumo económico de las ofertas culturales. La compra de libros todavía no es elevada. La venta de entradas para cine, para teatro, todavía no es elevada ni lo que sus productores u auspiciantes esperan. Creo que todavía nos queda un largo camino pero por lo menos hay un tramo que ya se emprendió.

En el caso de nosotros en La Poeteca, este año ya reactivamos el abrir de lunes a sábado de forma corrida todas las semanas y hemos empezado a coordinar nuestras actividades virtuales y presenciales de manera efectiva. Vamos avanzando positivamente en eso. Sí hay ciertas ofertas presenciales como por ejemplo talleres que no están teniendo alcance, trascendencia. Creo que el taller virtual llegó para quedarse y consolidarse.

Tal vez tenemos que empezar a trabajar pensando en ese nivel de público y de consumo para que vaya aumentando mientras la economía venezolana se empieza a recuperar. Tenemos que analizar el contexto, sopesar la virtualidad y acometer proyectos a partir de allí. Yo creo que para el primer semestre del año que viene podremos tener un escenario muchísimo más claro y conciso de si este proceso de recuperación puede mantenerse en el mediano y largo plazo.



Yubirí Arraiz Pinto
Vicepresidenta del Centro Cultural BOD, comunicadora Social

El sector cultural fue uno de los que más capacidad de adaptación ha puesto a prueba en el escenario pandémico. Los teatros y centros culturales del país pudieron abrir sus puertas once meses después del decreto de confinamiento, con fuertes restricciones en cuanto a aforo y con un estricto protocolo biosanitario que implicó una fuerte inversión sin retorno seguro. Esta situación aceleró el proceso de atomización del consumo cultural que, tras la apertura, conllevó a la puesta en práctica de estrategias para atraer público a las salas. Entre estas, diseñar una programación que mixtura arte y entretenimiento como modelo de supervivencia en un contexto donde las alianzas entre productores y centros culturales adquieren más valor. Porque solo juntos es posible desarrollar una programación, ya que el escaso patrocinio económico que se puede levantar y la asistencia del público por la limitación de aforo no compensa la elevada estructura de costos asociada a un concierto, obra teatral o cualquier otro tipo de evento artístico o cultural.

En el caso del Centro Cultural BOD, el diseño de una oferta articulada con la comunidad artística ha sido uno de los principales ejes de gestión. Diseñar esa propuesta con profesionalismo y creatividad ha sido el reto asumido con el apoyo de productores y artistas, alineados todos en la intención de colaborar para ofrecer al público alternativas de entretenimiento diversas, incluyentes y a precios accesibles, procurando seguir siendo una plataforma cultural proactiva y prospectiva, capaz de sostenerse con recursos propios.

En 2020 Unesco dijo que los artistas y el arte serían esenciales para «reconstruir mejor» después de esta crisis. De allí que el desafío de las instituciones e industrias culturales, no solo en Venezuela sino en el mundo entero, es renovarse a partir de las lecciones dejadas por esta pandemia de manera de lograr la sostenibilidad. En ese contexto, otra arista clave es la modernización y actualización tecnológica, así como la creación de una red que permita promover y acceder por distintas plataformas a los bienes, servicios y creaciones del sector, articulando enfoques de gestión y acción.



Humberto Sánchez Amaya
Periodista cultural, crítico de música y cine

En este momento la música en Venezuela está viviendo un despertar en el sentido creativo. Luego de dos años de pandemia, tuve la oportunidad de revisar los proyectos que se postularon al Festival Nuevas Bandas en todo el país, antes de la selección que quedó para los circuitos, y varias de las agrupaciones o proyectos que pudimos ver ahí demostraron que muchos músicos decidieron expresarse a través de la obra, expresar las emociones de pesar, la intriga, los miedos, el temor que hubo a partir de marzo de 2020 que se sumó, además, a lo que ya se vivía en el país.

Un país inmerso en una tragedia, inmerso en una debacle desde el punto de vista político, económico y, en cierta forma, también social. Al mismo tiempo, vemos además una especie de renacer de la industria del concierto como espectáculo. Algo que responde a distintos factores. Es cierto que una parte minúscula de la sociedad tiene un desenvolvimiento más fluido desde el punto de vista económico y eso ha abierto un entorno favorable a la producción. Sin embargo, también existe una saturación, una sobreoferta; y por eso vemos conciertos que no se llenan del todo. Desde el punto de vista de la producción es algo que genera más intrigas, más preguntas que respuestas sobre qué tan favorable son desde el punto de vista de la rentabilidad.

Sin embargo, desde el ámbito más íntimo, hay gente que mantiene el ímpetu por el trabajo musical y no va a dejar que esas ganas disminuyan, entonces buscará las maneras de encaminar todo lo que llevan por dentro. Por eso vemos espacios como la Fundación Nuevas Bandas, el Centro Cultural Chacao o la Asociación Cultural Humboldt que están dando cabida a las inquietudes para sostener todo lo que pueda considerarse como industria musical. Vemos también los esfuerzos de personajes como Isabel Palacios, Elisa Vegas o producciones más pequeñas como la que hacen distintos músicos independientes para dejar un registro de su pasión. Además de productoras como Ana Díaz y todo lo que se concentró en los Premios Pepsi Music, que fueron propuestas hechas desde la diáspora y en todos los géneros. Hay trabajos totalmente interesantes y de muy buen nivel. A pesar de la pandemia y de la precariedad en Venezuela o de la migración, hay un todavía un ímpetu por hacer de la música, generar un lugar de encuentro, de catarsis y de encaminarlo hacia un medio de trabajo y sustento. Ahora, el gran desafío: Venezuela es un campo minado, por eso creo que la preparación debe estar en cómo afrontar cualquier eventualidad que afecte al sector de la producción nuevamente.



José Pisano
Director del Trasnocho Cultural y de Cinematográfica Blancica

Yo creo que hay un despertar de la movida cinematográfica entendida en términos de asistencia al cine. Los números de espectadores se han venido recuperando poco a poco, ayudado ciertamente por algunas películas que han servido de impulso para ese regreso. Creo que hace mucho tiempo fue Cruella, luego Spiderman: Into the Spider-verse que fue un motor importante. Y este año películas como Batman, Dr. Strange, Thor y quizás ahora pudiera decirse también Minions, sobre todo para un público familiar han servido sin duda alguna de impulsores para que la gente vuelva a recuperar el hábito de ir a las salas.

Respecto al cine venezolano la situación ha estado mucho más crítica. Hay una película como Azotes en llamas dirigida por Jackson Gutiérrez que hace poco logró superar los 10 mil espectadores en cine, convirtiéndose en esa punta de lanza del cine venezolano que había venido bastante golpeado desde los tiempos de la pandemia, y a pesar de la apertura en sala con el estreno de Érase una vez en Venezuela ha sido muy difícil el volver a motivar al público para que acuda a los cines. Yo creo que la reciente realización del Festival de Cine Venezolano en Mérida de alguna manera muestra una buena salud de la producción local, no solo en la cantidad de títulos sino en la variedad.

Hay mucha expectativa con el estreno de Jezabel, la película de Hernán Jabes basada en la novela de Eduardo Sánchez Rugeles cuyo estreno está pautado para el 11 de agosto. Se ha hecho toda una campaña de posicionamiento, aunado al premio que Gabriel Agüero, su protagonista, obtuvo en España y ahora con los que obtuvo en Mérida, donde se llevó el Premio de la Crítica, Premio a Mejor Actor, Premio a Mejor Actriz secundaria compartido para sus tres protagonistas y el Premio a Mejor Montaje; además del triunfo de Yo y las bestias, la película de Nico Manzano, que ganó Mejor Película, Mejor Ópera Primera, Mejor Director, Mejor Sonido y Mejor Música. Creo que también es otra producción interesante y sin duda son títulos que hay que tener muy en cuenta como probables caballos de batalla para que la gente vuelva al cine.

Yo creo que ese sería el principal desafío en este contexto de crisis sanitaria, económica, política y social: básicamente es retomar el hábito. Creo que hay condiciones que no van a cambiar, hay que seguir cuidándose con todo el tema de la Covid-19, pero si se hace de buena manera se puede volver a recuperar estos hábitos. Y las posibilidades creo que son positivas, en la medida en que el público vaya volviendo a las salas se van abriendo nuevamente más espacios y estos títulos, en particular los venezolanos que están pendientes por estrenarse, pueden tener una mejor plataforma a nivel de audiencia y lograr mejores resultados.



Alicia Díaz Eseverri
Curadora de la exposición Autorretratos de la Hacienda La Trinidad Parque
Cultural


Soy la fundadora de PRÓXIMA, proyecto expositivo emergente en formato pop up que se inaugurará en Caracas. Reúne a nueve artistas venezolanos menores de 35 años: seis produciendo desde fuera y tres en Venezuela. Me di cuenta de que muchos artistas se habían ido del país, la migración ha afectado a todo el mundo por igual, entonces la idea es hablar del problema que hemos sufrido todos: el éxodo. Llevo ocho años fuera del país, estoy haciendo un postgrado de gestión de artes visuales en la universidad de Nueva York y mis primeras pasantías fueron en Sotheby’s, además de trabajar en galerías. He visto que los creadores tienen una comunidad tanto fuera como dentro de Venezuela.

Para la realización de la exhibición Autorretratos, varios artistas se me acercaron y me dijeron que no habían tenido la oportunidad de exponer en Caracas. Creadores provenientes de Barlovento, del Táchira, San Fernando de Apure y, otros que viven en Australia, Nueva York, Medellín, Madrid. Es llevar adelante una investigación sobre la diáspora a través de las distintas manifestaciones. Las dificultades que uno puede encontrar: el arte es una herramienta principalmente educativa y de acercamiento de comunidades, y, aunque me haya enfrentado a los problemas de la producción como el traslado de obras, la parte más bonita y más nutritiva es que al final terminó siendo una unión de comunidades.

El día de la inauguración había gente de todo tipo, algo muy bello que se logró a través del arte. Y al final es eso con lo que me quedo. Para esta propuesta me interesaba, además, representar lo femenino, las mujeres han sido muy olvidadas a través de la historia del arte y hoy en día hay todo un movimiento para darles espacio a esas personas y comunidades que han sido marginadas, la mujer está muy en boga en la escena internacional. En el arte emergente los artistas son un poco el termómetro de lo que está pasando en el ahora, es posible ver ese diálogo. Y la verdad es que mi meta final es darles visibilidad a estos artistas fuera del país.





Las fotografías son Cortesía Instagram, en orden:
Ricardo Ramírez Requena @ricardoramirezrequena
Yubirí Arraiz @yarraiz
Humberto Sánchez Amaya @humbertosam
José Pisano @jose_pisano
Alicia Díaz Eseverri @aleldies

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